jueves, 9 de julio de 2015

¿No es fascinante como una persona que luce completamente cuerda, lúcida y confiable resulta ser un asesino serial consumado? A pesar de su aspecto exterior nosotros no conocemos lo que puede estar sucediendo en su mente. Un par de buenos ejemplos son el carismático payaso Pogo o el atractivo Ted Bundy.
Es igualmente interesante como alguien que jamás ha matado ni a un insecto puede levantarse una mañana y mutilar a toda su familia, al igual que la “Hiena de Querétaro”.
Hay personas que viven con un profundo instinto asesino y no me refiero a aquellos otakus que miran lindas chicas destazando cuerpos de ficción con sangre infinita pero que se desmayan al primer sangrado de nariz. No, hablo de aquellos que luchan día a día con el impulso casi erótico de matar a quien se les ponga enfrente, de aquellos que empuñan un arma y se contienen apenas a tiempo por causas morales o de simple supervivencia.
¿Han pensado en cuantas veces algún amigo o familiar habrá fantaseado con tu muerte? Y no sólo la trillada frase “¡Te voy a matar!”, si no realmente imaginado la escena con el arma, el lugar indicado, y por supuesto como se deshará del cuerpo después. Quizá ahora mismo tu mejor amigo o tu hermano pequeño meditan si es más conveniente usar una cuerda o empujarte de las escaleras.

1 comentario: