lunes, 11 de abril de 2016

Sadie. C.1 - La muerte de la bruja (parte 3)


Justina desconocía esa parte de la historia, ella siempre había creído que Sadie había conocido a Jared mucho tiempo después y ahora estaba ansiosa por continuar con la lectura del diario sin embargo el sonido de la puerta principal abriéndose la asustó, seguramente Alfonso ya había llegado de trabajar, ¿ya era tan tarde?
Confirmó sus sospechas al escuchar la voz de su esposo preguntando por la cena. Recalentó algo de comida del refrigerador y se sentó a cenar con Alfonso.
-¿Recuerdas el cuaderno que encontraron con Sadie? –Alfonso siguió engullendo su comida como si no la hubiera escuchado, aun así ella continuó hablando-. Es su diario y comencé a leerlo.
-No deberías revisar sus cosas, sabes que a ella no le gustaría -dijo de forma cortante.       
       Ella hubiera querido explicarle que eso era justamente lo que Sadie quería, pero tendría que enseñarle la carta y sabía que no era conveniente así que se limitó a decir:
-Tal vez no, pero yo quiero conocer a mi hija.
-Tu hija está muerta -con esa fría expresión se acabó la conversación y no volvieron a cruzar palabras el resto de la noche. Justina pensó que aunque no le gustara la idea tal vez lo que Sadie había escrito era verdad.



Sábado 18 de Julio
Mis vacaciones han transcurrido sin novedad alguna, sólo pleitos en casa y borracheras fuera de ella. Hoy regresé al Bleeding Morbid Cat, esta vez el lugar estaba atestado al grado que pensaba largarme inmediatamente pero de pronto inició un sonido inconfundible seguido de una voz que cantaba algo que conocía de memoria “Lead to the river. Midsummer I wait. A V of black swans on with hope to the grave…” amo esa canción y por ella decidí quedarme. Debido a la falta de mesas disponibles decidí sentarme junto a la barra donde luego de servirme mi margarita la bar tender comenzó a hablarme:
-¿No eres muy joven para estar en un bar?
-Tengo suficiente dinero como para pagar y eso es lo único que debería importarte -le contesté enojada, ¿qué diablos le interesa?
-Con esas aptitudes sociales seguro que tienes muchos amigos, deberías saber reconocer cuando alguien sólo intenta iniciar una conversación contigo. Aunque al parecer no tuviste el mismo problema con Jared el último sábado.
-¿Lo conoces? –dije sin poder ocultar mi interés.
-¿A Jared? –me dijo sorprendida como si le hubiera hecho una pregunta estúpida como “¿Esto es un bar?”– claro, todo el pueblo lo conoce, tanto por juerguista como por mujeriego. Puede ser guapo pero sólo trae problemas.
No pude disimular un gesto de decepción, debí sospechar que era así en cuanto Nancy apareció, supongo que me dejé influenciar por esos ojos y no recordé que hacerse ilusiones nunca es bueno, no puede sucederme de nuevo.
-Da igual, él no me interesa -mentí y terminé mi bebida.
 Tomé un par de tragos más, disfruté la buena música y me dirigí a la tranquilidad del parque para escribir, mi musa ha vuelto: "Un par de ojos perfectos, tu nombre imposible olvidar del peor de los defectos jamás me podría enamorar..."

       Sábado 1 de Agosto
Estoy nuevamente en un estado de depresión y apatía extrema que me ha hecho estar como un vegetal estas últimas semanas. Tan sólo me quedo acostada sobre mi cama escuchando viejos discos de Nightwish, los nuevos son una mierda gracias a esa zorra que reemplazó a Tarja, ahora que lo pienso la bar tender del Bleeding se parece bastante a ella excepto por su estilo hippie. Mefistófeles me ronronea y yo acarició su cabeza, es mi único aliado en esta casa.
A veces viene Justina a decirme que debería ponerme a hacer algo productivo o simplemente a disminuir el volumen de mi música que no soporta pues dice que posee mensajes satánicos, para ella toda la música que escucho los tiene.
Ayer Alfonso llegó a interrumpir mi estado de reposo, aparentemente decidió materializarse por una vez, me dijo que me había comprado un obsequio y vi que sostenía un libro bastante grueso, “¡No, Justina ya le lavó el cerebro y me compró una Biblia!” fue lo primero que pensé, me entregó aquel libro, “El resplandor” de Stephen King (¡qué alivio!).
-Si quieres ser una buena escritora de terror debes leer al mejor -fue lo único que dijo antes de desaparecer de nuevo.
Aunque al principio no me causó gran emoción pues no me parece que sea un escritor tan maravilloso como dicen, comencé a leer el libro y desde entonces apenas me detenido pocos momentos. Creo que era lo que necesitaba para salir de este estado y he decidido que hoy saldré, probablemente regrese al gato.

Martes 4 de Agosto
El sábado fui a dar un paseo en busca de inspiración al pacífico parque pero lo único que encontré fue a la estúpida Amy lanzándole una pelota a su pigmeo perro. Tal juguete cayó cerca de mí y cuando esa niña fue por él decidí expandir su mente.
-Pobre niña ingenua con tus juegos infantiles, ¿Crees que servirán de algo? ¿Crees que lo que hagas en tu maldita vida servirá de algo? -Amy sólo me miró con ese estúpido gesto que indicaba que estaba a punto de llorar–. No, nada te servirá pues igual terminarás pudriéndote bajo tierra.
La niña se mantuvo observándome fijamente con su gesto patético, ¡cómo la odié en ese momento! ¡Cuántas ganas tenía de azotar su pequeña cabeza contra el pavimento hasta que se le borrara ese gesto! No pude soportarlo más y le grité que se largara, no lo dudó, se fue tan rápidamente que olvidó su pelota.
Terminé por ir al Bleeding Morbid Cat una vez más. De nuevo me senté junto a la barra y eché un vistazo alrededor.
-¿Buscas a alguien? –me preguntó la bar tender, ¿qué nunca tiene nada mejor que hacer que interrogarme?
-¿Qué?...No.
-Ese hombre te traerá problemas -creí que lo había dicho ella aunque ahora que lo pienso sonaba como algo que fingía ser ella.
-¡Ya te dije que no me interesa Jared! –dije histérica.
-Nunca lo mencioné, deberías de controlar tu carácter, tal vez ir con un psicólogo o algo…
-¡Ja! ¿Regresar  con el farsante? Jamás.
-Todos somos farsantes a veces.
-Yo no.
Luego de eso alguien la llamó y ella fue enseguida, Saya, así la llamaron. No volvimos a cruzar palabras el resto de la noche.

Lunes 10 de Agosto
Odio regresar a la escuela, el soportar a los estúpidos compañeros, la avara directora exageradamente religiosa (como todos en este podrido y decadente pueblo), el horrendo uniforme, la sobriedad, pero sobre todo detesto a los profesores nuevos, la razón:
-Señorita, su nombre por favor -me dijo el profesor de matemáticas, un gordo carente de simpatía.
-Sadie -contesté pronunciando “Sadi” como siempre, detesto profundamente como suena “Seidi”.
-Sadie, ¿qué?
-Sadie K.
El profesor se mostró enfadado y me dijo:
-No se haga la chistosita y dígame su nombre.
-Así me llamo, Sadie Kaspbrak…
El obeso docente arqueó una ceja y preguntó a la clase:
-¿Cómo se llama esta señorita?
-Así se llama profesor -contestó Claudia, una idiota con una voz aguda y desesperante. No muy convencido al fin me dejó sentarme.
Entre clases leía “El resplandor” hasta que una voz familiar y nada desagradable me interrumpió.
-Hola chica gótica, ¿te divertiste estas vacaciones invocando a los muertos y haciendo muñecos vudú? Vengo a quejarme porque he sentido pinchazos en el cuerpo todo este tiempo.
Bajé mi libro sabiendo que me encontraría con aquél rostro aniñado con grandes cejas, ojos castaños, labio superior ligeramente levantado y mentón cuadrado, todo enmarcado por un alborotado y abundante castaño claro.
-No vengas a culparme de tu problema de pulgas Joel -le contesté bromeando, él es probablemente la única persona a quien no golpearía por hablarme así.
-¿Pulgas? No, no, no, es imposible porque no te vi en todas las vacaciones no pudiste pegármelas. No quisiste invitarme a los sacrificios de animales ni a los paseos por los panteones. ¿Tu cofradía no acepta guitarristas?
-Claro pero sólo BUENOS guitarristas -le contesté rápidamente asumiendo que no sabe tocar  sin embargo jamás lo he escuchado.
-Auch, golpe bajo.
Así de trascendentales eran mis conversaciones con Joel, él mencionaba estereotipos absurdos y yo le contestaba con comentarios que lo dejaban sin nada bueno que alegar.

Joel…Justina pensó que era una verdadera tristeza lo que le había sucedido a un muchacho como aquél, era amable y simpático, pero sobre todo era el primer amigo que su hija había tenido. Decidió que era suficiente por una noche y no continuó leyendo hasta la mañana siguiente.


Miércoles 12 de Agosto
Sucedió algo inusual en la escuela, a primera hora el  maestro en turno anunció que habría un alumno nuevo y lo invitó a pasar, yo estaba concentrada dibujando escenarios de tortura para el obeso que seguía sin creer mi nombre, no me interesaba conocer al hipócrita de este año hasta que dijo su nombre: “Jared Legrand”.
De inmediato reconocí su voz y no pude evitar alzar la vista para confirmar mis sospechas, era aquel junior del sangrante gato mórbido, el novio de Nancy. Lo que Saya había dicho era verdad pues al llegar muchos de mis queridos compañeros lo saludaron, al parecer no me reconoció, lo que no me sorprendió ya que llevaba ese estúpido uniforme en lugar de mi acostumbrada vestimenta. Aunque sería algo difícil que siguiera sin notarme luego del conflicto con la retrasada maestra de contabilidad. Es una maestra nueva, morena, alta, delgada, carente de cualquier cualidad y que  sesea exageradamente.
-Zeñorita, ¿puede dezirme zu nombre?
-Sadie - dije pensando “no de nuevo”.
-Dígame zu nombre verdadero zeñorita.
-Sí, ¡que lo diga! -gritó Jared desde el fondo del salón y de inmediato todos voltearon extrañados, incluyéndome.
-¡Así me llamo! -respondí más dirigiéndome a Jared que a la maestra– y lo puede revisar en la dirección si no me cree -dije bastante molesta.
-No tiene por qué hablarme azí, zi vuelve a faltarme al rezpeto la voy a mandar a la diretzión.
Con gusto soportaría un nuevo e interminable discurso de la directora por no seguir soportando esa tortura para mis oídos pero preferí sentarme. Para mí fortuna la clase terminó pocos minutos después y hubo un receso que decidí aprovechar para seguir con aquel interesante libro y escuchar un poco de buena música. Pero no había ni leído 3 páginas cuando alguien llegó a interrumpirme, odiaba que la gente hiciera eso y era extraño que sucediera pues todos conocían mi carácter.
-Muy curioso tu nombre - era Jared que se había sentado junto a mí.
-Yo diría extraño, al menos en este pueblo. ¿No eres muy viejo para estar en preparatoria?
-No… ¿Cuántos años crees que tengo? –preguntó él visiblemente ofendido.
-19…20, ¿cuántos tienes?
-18 apenas cumplidos hace dos meses -fue su respuesta.
-Como sea,  tu novia Nancy se va a enojar si te ve conmigo.
Jared hizo un gesto de desagrado y contestó:
-Jamás sería novio de Nancy, ella es muy… -¿zorra, hipócrita, estúpida, arrogante?, cualquiera de esos adjetivos encajaría– encimosa, entre otras cosas. ¿Ya comiste?, te invito algo de la cafetería.
-No tengo hambre, gracias.
Pero poco después de terminar la mentira mi estómago me delató suplicando por comida.
-Tu estómago te traiciona, vamos, comida gratis, una excelente compañía, ¿qué más puedes pedir?
-Ve, tu sabes que quieres, eso hará enojar a Nancy -se trataba de la primera voz que había escuchado y me pareció muy convincente así que la obedecí. Al final la idea fue buena, pues estar con Jared fue casi agradable y la mirada de odio que Nancy me dirigió mientras comía con él valió la pena.

Viernes 14 de Agosto
Ya he aprendido a convivir con las voces de mi cabeza, he pensado incluso en nombres para ellas, Elizabeth para la primera y Eleonor para la segunda, estupideces por ocio…
Aunque tal vez consiga en que distraer mi ocio, hoy anunciaron un concurso literario en la escuela y estoy segura de que ganaré, los imbéciles con los que convivo apenas pueden escribir su nombre.
-Qué ñoño… -dijo Jared al escuchar el anuncio.
-Sabias palabras de un analfabeta -al parecer mi hostilidad había regresado.
-¿Tú escribes? -preguntó Jared con curiosidad.
-Claro, hechizos y conjuros, si la molestas te puede convertir en un ser extraño y grotesco –dijo Joel de pronto con su tono hiperactivo.
-Hazle caso, él habla por experiencia propia -dije yo.
Joel me miró con un gesto de enojo fingido, me señaló con el dedo índice y tras decir “ésta me la pagarás Mildred Embrollo” se fue.
-¿Mildred? -pronunció Jared extrañado.
-No preguntes…
-¿Y a dónde saldrás hoy?
-Todo depende, ¿a dónde me vas a invitar? -contesté y de inmediato cubrí mi boca con la mano izquierda como intentando detener la salida de más frases estúpidas, apenas podía creer que le hubiera dicho eso, ¿qué me estaba pasando?
-¿Estás bien? Pues… pienso hacer una fiesta en mi casa, pero sería mañana. ¿Te parece bien?
Asentí con la cabeza pues aún cubría mi boca. Terminó pidiéndome mi teléfono para decirme la hora y el lugar. Aún no sé qué diablos me sucedió, cada vez estoy peor, preguntarle que a donde me invita, considerar si quiera ir a su fiestecilla y ¡darle mi teléfono! Creo que Saya tiene razón, debería ir con un psicólogo, pero jamás con el pervertido.

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