lunes, 2 de mayo de 2016

Sadie. C. 1: La muerte de la bruja (parte 5)



Martes 8 de Septiembre
Tal vez hubiera faltado a la cita con Jared si tuviera otra madre pero por suerte sólo tengo a Justina. El viernes la llamaron de la escuela para delatar mis “actos violentos” y a su parecer tuvo una charla seria conmigo tras lo cual me dijo que estaba castigada, casi me río en su cara pero sólo le dije “sabes que no puedes retenerme” y salí de la casa. Lamentablemente aún no eran las diez así que llegué demasiado temprano al bar pensando ilusamente que Jared ya estaría esperándome. Me senté junto a la barra más por costumbre que por escasez de asientos. Luego de mucho rato comencé a desesperarme y cada vez que alguien entraba al bar volteaba con la esperanza de que fuera Jared.
-¿Eso es un tic o esperas a alguien? –preguntó Saya, siempre tan desocupada.
-No es tu asunto.
-Mmm, que hará aquí Jared y sin su modelo de pueblo –dijo mirando hacia la puerta. No pude evitar voltear para comprobar lo que decía, era mentira.
-Eso responde la pregunta. ¿De verdad crees que vendrá? Este no es precisamente su tipo de lugar, él prefiere estar con gente igual a él.
-Dame otra margarita -dije sin saber qué contestar.
-Ahí viene tu amor platónico -me susurró y fue a preparar mi bebida. Como si fuera a caer de nuevo…
-Hey Saya, ¿ahora le sirves alcohol a menores? –Jared al fin había llegado- ¿Cómo es que a mí jamás me quisiste vender nada?
-Pregúntale a tus padres -contestó Saya  molesta y Jared no respondió.
-Que impuntual -le dije a él.
Procedió a disculparse y ofreció pagar mi cuenta, desde luego acepté. Fuimos a sentarnos a un sillón lejos de la barra.
-Bien, ya viste que sí me atreví a venir, ¿podemos ir a otro lugar?
-Acabas de llegar.
-Ya lo sé, pero no me siento a gusto.
-Claro, como aquí no conoces a nadie y no eres el centro de atención.
-Sí conozco,  mira ahí está mi amigo Manson –dijo mientras señalaba a un gótico que pasaba frente a nosotros– ¡Eh, Manson!
El gótico volteó a verlo con cara de fastidio y le hizo una seña obscena, no pude contener la risa.
-Así nos llevamos.
-Ajá…
Hablamos de cosas banales, pasatiempos, familia, lo mucho que odiamos la escuela y en especial a la directora; hasta que me dijo que lo esperara un momento y se fue a hablar con un hippie.
-Hola señorita “no me interesa Jared pero lo veo con ojos de deseo”, ¿vas a pedir algo más? –me dijo Saya.
-No Saya, gracias.
-¡Ah!, la chica tiene modales, ¿y tú te llamas…? Porque decirte “señorita no me interesa Jared” me parece muy largo.
-No me creerías.
-¿Es más raro que Saya?
-¿De verdad te llamas así?
-Ahora sí, me cambié el nombre en cuanto cumplí 18, odiaba mi nombre. En fin, ¿me dirás o tendré que adivinarlo?
-Nunca lo vas a adivinar -dije retándola.
-Te apuesto doscientos pesos a que sí Rumpelstinskin.
-Acepto, pero debes adivinar hoy mismo y no puedes preguntarle a Jared.
-¿Yo qué? -él había regresado.
Saya tuvo que regresar a la barra y de nuevo sólo fuimos Jared y yo. Le dije que no debía decirle mi nombre, no hizo preguntas al respecto. Estuvimos platicando y bebiendo hasta muy tarde, fue agradable excepto por el hecho de que se pasó pegado a su celular demasiado tiempo, ya fuera mandando mensajes o contestando llamadas.
Finalmente le pidió la cuenta a Saya, fue bastante cara.
-¿Fue que llegué tan tarde o sólo tomabas martinis? -me dijo Jared.
-Yo puedo  pagar mí…
-Era broma, no importa el costo si puedo estar contigo -pronunció esta frase sonriendo y le pagó la cuenta a Saya.
-Mis doscientos pesos -procedí a cobrarle a Saya.
-Yo creo que tú me los debes a mí, Sadie.
-¡Tú le dijiste! -miré enfadada a Jared.
-Yo ni siquiera he hablado con ella -me contestó y era verdad.
-Tuviste que hacer trampa de alguna forma, no te pagaré.
-Qué mala perdedora, resígnate y paga -insistió Saya.
Estaba por iniciar una pelea cuando Jared sacó un billete de doscientos y se lo dio. Se despidió y nos fuimos de ahí.
-No tenías que hacer eso, no pensaba pagarle, sé que hizo trampa.
-Ya te dije que no me importa el costo, con tal de estar contigo y que tú seas feliz.
Sigo sin creerle tal frase, me llevó a mi casa en su auto y hablamos de cosas sin importancia.
-¿Tus papás no se enojan si llegas tan tarde?
-Justina se enoja bastante pero eso realmente no me importa.
-¿Y tu papá?
-Alfonso pasa todo el tiempo trabajando y nunca está en casa, es como si no existiera –él escuchó el comentario sin interés, como si ya supiera lo que iba a contestarle. Tras un minuto de silencio continué hablando–. Curioso, eres la primera persona que no me pregunta que trabajo puede ser tan absorbente.
-No es necesario, sé exactamente lo que tu papá hace.
-¿Ah sí? –le pregunté molesta por el tono en que lo dijo– pues dime porque yo no tengo idea.
-¿No sabes en que trabaja tu padre? –preguntó sorprendido.
-No…alguna vez le pregunté a él y se negó a contestar, otra vez le pregunté a Justina y sólo dijo que en una empresa importante (como si eso me diera una gran idea), por mi parte me importa una mierda así que dejé de preguntar. Aunque me intriga que tú lo sepas.
-Sí bueno, sólo sé que trabaja directamente para mis padres y ellos suelen ser acaparadores con sus empleados –dijo negando saber nada más y me llevó a casa sin volver a mencionar el tema.

Jueves 10 de Septiembre
Me encontraba particularmente relajada este día, sin ningún deseo de violencia, incluso mis niveles de misantropía estaban particularmente bajos, sin embargo siempre existe un hecho que los eleva nuevamente. Estaba sentada en un banco del parque escribiendo un poco de poesía cuando noté que Rose Sanz se acercaba, tal era mi relajamiento que no pensé siquiera en torturarla o insultarla, me resultaba totalmente indiferente; pero al parecer a ella no le sucedía lo mismo.
-¿No tienes algo más productivo qué estar mal sentada garabateando como una vagabunda?
-Aparentemente no –respondí yo sin mirarla, con la esperanza de que siguiera su camino, no fue así.
-Si yo fuera tu madre ya te habría buscado un trabajo, así podrías ser una persona útil para la sociedad y no este desperdicio humano –yo cerré mi libreta tranquilamente, me levanté posicionándome frente a aquella mujer y le respondí con voz serena.
-Si usted fuera mi madre yo sería huérfana desde hace mucho.
-Tienes problemas Sadie, serios problemas mentales y no voy a descansar hasta que estés recluida en un psiquiátrico, ¿entiendes?
-Bueno, hay personas que deberían estar en un manicomio y otras que deberían estar bajo tierra. Tú por supuesto eres de las segundas y ¿quieres saber un secreto? –dije acercándome para susurrarle al oído– Sé dónde vives.
Dicho eso me retiré del parque sin esperar a ver su reacción, sé que me ganaré un intento de sermón por parte de Justina.

Domingo 13 de Septiembre
El jueves tuve otra de esas profundas conversaciones con Jared en la escuela.
-¿Es cierto qué golpeaste a Carlos la semana pasada? -me preguntó.
-Ah…sí, es un imbécil -contesté sin darle importancia.
-¿No eres muy sociable verdad?
Puse una cara de asombro exagerado y dije:
-¿Cómo lo descubriste? ¿Fue mi tierna voz o los numerosos amigos que siempre me rodean? Podría jurar que fue lo bien que hablan todos de mí, tengo muy buenas referencias.
-Lo sé, me han dicho que invocas a los muertos y hechizas a la gente. Espero que eso no sea cierto.
-¿Porqué? ¿Temes que te convierta en otro Joel?
-No, temo que lo que siento por ti sea sólo un hechizo.
Noté en su rostro que esperaba una respuesta, pero no contesté nada, hubo un momento de silencio hasta que cambió de conversación.
-Y ya que no haces hechizos, ¿qué haces en tu tiempo libre?
-No mucho, sólo escribir y escuchar música a todo volumen.
-¿Ah sí?, ¿qué clase de música?
-Rock, gótico principalmente, The 69 eyes, After Forever, Inkubus Sukkubus, El Cuervo de Poe, Type O Negative, Xandria, Mazzat, Within Temptation, Krypteria, Voltaire, Leaves Eyes; aunque también me gusta Iron Maiden, Kreator, Toxic Holocaust, Emilie Autumn, The Spooky Psycho Dolls…
-Eh…ok –dijo interrumpiéndome- ya veo que hablarte de música es darte cuerda y como no sé de rock gótico mejor te preguntaré ¿qué escribes?
-Toda retorcida idea que llega a mi mente ¿o es que retorcida ya es la naturaleza de mi mente? Aún no lo he podido descifrar. Cada pensamiento que inquieta a mi cerebro y lo hace despertar se transmite a mis manos y queda plasmado en papel ya sea como una breve prosa pseudo poética o un siniestro cuento… -Jared estaba observándome fijamente con un gesto muy extraño, como perdido en sus propios pensamientos– ¿Me estás escuchando?
-Perdón, estaba contemplando lo bellos que son tus ojos, ¿alguien te lo había dicho? -si creía que con una frase tan falsa podría disculparse por su falta de atención estaba muy equivocado.
-No, y preferiría que te fijaras más en la belleza de mis palabras.
-Lo prometo si sales conmigo mañana.
-¿Me pones condiciones para que escuches cuando te hablo? No gracias imbécil. -lo dejé solo y fui a clase.
Debido a eso y a que Justina no ha querido darme dinero (dice que no me dará hasta que mi cuarto deje de ser un caos, no entiende que los genios somos desordenados) este fin de semana fue de sobriedad, Elizabeth sigue regañándome por ser hostil con Jared pero no me interesa, yo jamás pido disculpas.

Jueves 17 de Septiembre
Nunca creí que podría odiar tanto a aquel ser que dice amarme, querer entenderme y estar conmigo, aquél que cuando enserio deseo un poco de atención y acaso una felicitación sólo se preocupa por el maldito dinero, ¡Justina!

Sabía que lo que iba a leer no le gustaría, pero aun así quiso conocer la razón del resentimiento de su hija, así que prosiguió con la lectura.

Hoy me dijeron que gané el concurso de cuento pese a que a Chayo no le gustó -¡que se joda!-, sólo me dieron un estúpido diploma, pero lo único que yo quería era ganar, así que para mí estaba bien. Al llegar a casa quise compartir mi triunfo con Justina, pero a ella no le importó.
-Hey, ¿adivina qué? -le dije. Ella que hasta ese momento estaba lavando trastes se detuvo.
-¿Por fin conseguiste un trabajo? –me preguntó entusiasmada.
-No Justina, no es eso… -le contesté aún sin perder el ánimo.
-Hay Sadie, deberías  de buscar uno, ¡hacer algo productivo de tu vida!
-Ya lo hice, ¿recuerdas el cuento que escribí, el que no terminaste de leer?
-Esa monstruosidad no es algo productivo hija.
-Esa “monstruosidad” ganó el concurso literario de la escuela.
-¿En serio? –sonó muy interesada en el asunto- ¿y te dieron dinero por eso? –¡claro, tenía que tratarse de dinero!
-No, me dieron un… -ni siquiera le interesó lo que pudieron darme.
-Hija, consigue un trabajo, algo con lo que traigas dinero a la casa, tú sabes que estamos pasando por un situación muy difícil… -regresó a su labor y ni siquiera notó que a la mitad de su discurso ya estaba en mi cuarto.
   Tal parece a que la maldita sólo le importa el dinero. Desearía golpearla hasta que de verdad tuviera algo de qué preocuparse y finalmente librarla de aquella angustia. ¿Te encantaría eso verdad mamita? Ya no más preocuparte por la falta de dinero.

   Tomaré un cuchillo y lo clavaré mil veces en tu piel, ¿así también te preocuparía el dinero mami?, una y otra vez, miraría satisfecha como te desangras, disfrutaría tu cara de horror y confusión porque sabría que por una puta vez estás pensando en tu hija ¡y no en el maldito dinero!

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