lunes, 2 de febrero de 2015

Piromanía



Una chica de alborotada cabellera oscura y tímidos ojos que no revelan su verdadera personalidad, su secreta pasión, el fuego. Aquel elemento la cautiva, la hipnotiza, provoca su lascivia de una forma que ningún ser humano podría lograr.

En la soledad de su hogar se despoja de sus ropas y las coloca en un contenedor metálico, las rocía de gasolina y con un rápido movimiento enciende un fósforo dejándolo caer sobre la ropa, que comienza a arder. Contempla embelesada las llamas que danzan mientras consumen todo a su alrededor.
Aquellos colores, aquel poder abrasador despiertan su lujuria, alteran su respiración, desabrocha su sostén y lo arroja a las llamas, avivándolas, desliza sus bragas por sus piernas y sufren el mismo destino que el resto de su vestuario.
Dirige una de sus manos hacia su vagina, y con su dedo índice comienza a frotar su clítoris con pequeños movimientos circulares, muerde su labio inferior intentando inútilmente de contener sus gemidos. Introduce dos de sus dedos en su húmeda y estrecha cavidad sin apartar ni un minuto la vista de aquellas majestuosas llamas.
Sabe que se acerca un glorioso orgasmo, su cuerpo cosquillea y se siente cada vez más caliente, como si aquel fuego también la consumiera a ella.  El clímax llega con una explosión de placer cuando, inesperadamente, su cuerpo comienza a arder en llamas hasta quedar convertido en cenizas. Murió tan deprisa que ni siquiera sintió dolor, lo último que sintió Adriana fue un excelso y eterno placer.

3 comentarios:

  1. Muy bueno, sólo que en mi opinión ese ultimo párrafo salió sobrando.

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  2. Uhmm... ¿Alguna razón por la que sigues ocultando todo?.

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  3. Vaya por fin entendí el truco de ésto, buena historia.

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