lunes, 2 de junio de 2014

El embalsamador

Víctor estaba cansado luego de un largo día de tratar con cadáveres en su funeraria, lo único que quería era un buen trago para relajarse así que acudió a un bar que estaba a tan sólo una cuadra de su trabajo.
            Se sentó en una mesa apartada pues solía ocurrirle que las personas notaran un aroma extraño en él  aún luego de tomar una larga ducha y él no quería importunar a nadie, sin embargo una persona llamó su atención desde su lejano asiento; una mujer con larga cabellera negra y labios rojos, le pareció interesante y sumamente sensual. Al igual que él, estaba sólo en el bar y con un gesto de disgusto, la observó largamente hipnotizado por su belleza y ese halo de misterio.
            Vio como al menos tres sujetos se acercaron a hablar con ella y fueron brutalmente rechazados al poco tiempo, "vaya carácter que debe tener" pensó él, pero aún así el alcohol en su organismo le impidió controlar el  impulso de hacer lo mismo que aquellos desafortunados hombres y caminó hacia ella con la completa convicción de que tendría el mismo destino.
-Disculpe señorita quería decirle que es muy atractiva.
-Gracias - respondió ella sin siquiera mirarlo.
-Podría invitarle algo de tomar? - dijo él intentando sonar lo más caballerosamente posible y al contrario de la rotunda negativa que esperaba ella acercó su cara hacia él y lo olfateó.
-Qué es ese olor?
-Perdone, soy embalsamador...no quería molestarla con mi peste...- dijo él apenado y se dio la vuelta para retirarse pero ella sujetó su muñeca.
-No me molesta, porqué no se sienta conmigo? - dijo ella tan seductoramente que él obedeció mecánicamente.
            Conversaron y bebieron amenamente un par de horas, ella le hizo varias preguntas con respecto a su empleo y él averiguó que ella se llamaba Mila, que trabajaba para una revista de horror y que su personalidad era tan fascinante como su físico.
            Ella le comentó que estaba escribiendo un relato acerca de un asesino en serie y que le agradecería eternamente si la llevaba a su funeraria para darle realismo a las descripciones de los cadáveres.
            Víctor sabía que no era correcto dejar que alguien morboseara los cadáveres pero la realidad era que estaba muy alcoholizado y que no le podía negar nada a esos grandes y sugerentes ojos cafés, además la funeraria estaba bastante cerca. Mila se mostró muy emocionada al escuchar la afirmativa de su interlocutor y se terminó su último trago en pocos segundos.
            El embalsamador caminaba bastante despacio esperando que ella cambiara de opinión en transcurso pero no fue así, llegaron al sitio y le dio un pequeño tour por las instalaciones, explicándole para que servía cada una de las herramientas.
-Muy interesante la teoría Víctor, pero la práctica siempre es mucho más interesante.- dijo ella con voz provocadora, él miró descaradamente su bien formado cuerpo de arriba a abajo, sus pechos apenas cubiertos por una pequeña camisa de tirantes ajustada, su delgada cintura, su cadera en aquellos pantalones de cuero ajustados que marcaban la forma de esas largas y torneadas piernas; le era imposible no acceder a sus peticiones.
            Tenía un cadáver recién llegado en una bolsa negra y abrió lentamente el cierre hasta que el cuerpo de un hombre de unos treinta años estuvo completamente expuesto, Mila se acercó a contemplarlo y de pronto tuvo un sobresalto, tras lo cual comenzó a buscar frenéticamente en su bolsa de mano, Víctor creyó que se había asustado y estaba buscando un pretexto para huir.
- No puede ser, que estúpida soy, olvidé mi celular en el bar! - dijo ella muy preocupada. "Lo sabía, se acobardó", pensó Víctor.
-No te angusties, vamos por él, está bastante cerca si nos apresuramos aún podemos encontrarlo.
-Y tú crees que puedo correr en tacones? - dijo ella ligeramente molesta pero de inmediato cambió su actitud - podrías ir tú? si yo voy nos tardaremos una eternidad en llegar.
-Claro, si es que no te molesta quedarte sola con él - dijo Víctor señalando al cadáver.
-Creo que ya no está en condiciones de hacerme nada - respondió ella sonriendo y él salió rápidamente del lugar con la promesa de que volvería pronto.
            Víctor llegó al bar e inspeccionó la mesa donde habían estado sentados, luego el piso y finalmente habló con el personal del lugar y los demás clientes, pero nadie había visto el celular así que volvió a la funeraria decepcionado y escuchó ruidos extraños provenientes del lugar donde había dejado a Mila.
            Abrió la puerta de golpe y vio algo que nunca habría imaginado, la mujer estaba completamente desnuda sobre el cadáver al cual había abierto del cuello al ombligo y tenía las manos sumergidas en su interior mientras restregaba su cuerpo contra el del cadáver completamente extasiada.
            Por un momento se distrajo con el excitante cuerpo ensangrentado de Mila pero después reaccionó y se acercó a ella molesto y la sacó de su trance con una fuerte bofetada.
-Estás demente? me van a demandar por esto!
            Ella no dijo una sola palabra, se bajó de la plancha, se acercó a él, tras lo cual lo besó intensamente y deslizó su mano en los pantalones de Víctor tocando su miembro que ya se encontraba erecto, le quitó los pantalones e introdujo su pene en su boca succionándolo hábilmente, Víctor se dejó llevar jalando el cabello de Mila para luego cargarla y sentarla de nuevo en la plancha junto al cadáver para así poder penetrarla fuertemente mientras ella lo mordía hasta que terminaron por tirar el cadáver boca abajo creando un caos de sangre y órganos en el suelo.
            Mila contempló la escena con excitación e hizo que su compañero se recostara sobre el charco de sangre y vísceras mientras ella movía su cadera frenéticamente sobre él y sumergía las manos en aquella gran mancha rojiza para luego tocar el pecho de Víctor y asfixiarlo, finalmente ambos alcanzaron el clímax y se quedaron recostados en aquella laguna de sangre, tripas y fluidos corporales.

            Desde esa noche todos los sábados hay un curioso ménage à trois en la funeraria.


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