Regresó a su hogar ardiendo en
deseo, era una sensación tan intensa que a veces se preguntaba si las demás personas
podrían percibirlo, si su excitación resultaba tan obvia como la de los animales
en celo y si algún día se aparecería un amable caballero a olfatearla y
penetrarla en la vía pública, sería divertido.
Recordó que en algún tiempo solía
salir por las noches con ropa diminuta para conseguir sexo, siempre funcionaba pero
las parejas que obtenía raramente la satisfacían físicamente y dejó de hacerlo definitivamente
cuando fue atacada por un grupo de cinco sujetos que la violaron y la golpearon
hasta la inconciencia, entendía la parte sexual, ¿pero por qué la violencia?
Ella estaba bastante dispuesta a cooperar…
Cuando se le contó a su madre sus
únicas palabras fueron “¿Sigues tomando la píldora?”, Lolita la tomaba desde
sus primeros encuentros sexuales a los trece años así que la respuesta fue
afirmativa y su madre no volvió a tocar el tema; así eran las cosas en su
familia, las cosas simplemente no se hablaban más allá de lo que creían
necesario.
Pero bah…no había tiempo de
divagaciones sentimentaloides, ingresó a un video chat y comenzó a buscar una
buena víct…pareja sexual, el elegido fue un andrógino chico rastudo con un gran
tatuaje sobre su hombro derecho que dijo disfrutar del sexo rudo, lo citó en un
hotel a veinte minutos de su casa y corrió al encuentro con una bolsa que tenía
preparada para aquellas ocasiones.
No tuvo que esperar pues al
llegar, el joven ya estaba fuera del hotel, al verlo notó algo terrible, tenía
manos sumamente pequeñas, rogó porque fuera la excepción a su sistema e
ingresaron sin que ella pudiera dejar de mirar con preocupación sus delicadas
manos.
Al entrar a la habitación Lolita
se quitó rápidamente su camiseta y sus pantalones y comenzó a besar
pasionalmente al andrógino, recorriendo su suave piel con sus manos, él se
sentó sobre la cama y ella sobre él moviendo su cadera circularmente,
preocupantemente no sintió absolutamente nada, por supuesto sentía los pliegues
de los pantalones del rastudo pero ahí no se sentía ningún bulto de carne palpitante
listo para penetrarla.
Alarmada, Lolita se arrodilló
frente a la cama, bajó el cierre de los pantalones de su compañero para
retirarlos con facilidad, luego lentamente lo despojó de sus bóxers
encontrándose con lo que temía, un pequeño y flácido pene. Sus ímpetus sexuales
no serían saciados por aquella miniatura ni siquiera si conseguía lograr una erección,
así que decidió cambiar el plan.
-Me dijiste que te gusta el sexo
rudo, ¿verdad?
-Claro –sonrío él entusiasmado.
Lolita extrajo tres pares de
esposas de su bolsa e inmovilizó a su compañero dejando el brazo derecho libre
y de nuevo tomó un objeto de su bolsa que el andrógino no podía ver.
-Hey, olvidas una mano –dijo él
mientras movía los dedos.
-No, tú tendrás que olvidarte de
una mano –respondió Lolita sujetando su muñeca fuertemente sobre la cama y dejando
caer sobre ella un cuchillo de carnicero cortando de tajo su mano, ocasionando
una inminente hemorragia que teñía todo de un hermoso rojo.
Lolita se quitó la ropa interior,
abrió las piernas e introdujo el ensangrentado muñón dentro de su vagina, el
andrógino no paraba de gritar cosas
incoherentes así que clavó el cuchillo
sobre su rostro múltiples veces mientras ascendía y descendía rítmicamente por
aquella mutilada extremidad, nunca había sido penetrada por algo de aquella
dimensión y lo estaba disfrutando en demasía, la forma en que la llenaba por
completo y la sangre que se deslizaba entre sus muslos como pequeños besos
húmedos, era delirante y alcanzó un ruidoso éxtasis.
Se recostó junto al cadáver, el
cual aún tenía el cuchillo enterrado en el rostro, un par de minutos disfrutando
del estupor post orgásmico antes de tomar una ducha, guardar sus utensilios y
volver a su hogar, aún tenía una habitación que limpiar.
aquí es donde uno se pregunta, que diablos come Lolita?
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