Lolita, Lolita, la irremediable
Lolita, como ya es su costumbre en un domingo por la noche se encuentra
sodomizando a un hombre, ¿su nombre? Ya no puede recordarlo, carece de
importancia.
Los hombres…esas bestias, a veces
deformes, a veces hermosas, pero rara vez interesantes para Lolita, para ella
todos resultan inferiores, esclavos de sus instintos carnales, a sus dieciséis
años ya lo sabe bastante bien.
Penetró fuertemente a aquel
hombre con la ayuda del arnés que llevaba entre sus piernas, a la vez que
recorría su espalda con un par de garras metálicas arrancando trozos de piel,
los gritos inundaron aquel cuarto a prueba de sonido y a pesar de ser tan poco
masculinos no disminuían la libido de Lolita.
Pero claro, ella no siempre pasó
sus fines de semana introduciendo objetos en los esfínteres de algún
desconocido, no, ella alguna vez también fue una niña ordinaria, aunque esto
terminó muy pronto, de hecho a la edad en la que algunos cuantos siguen
teniendo problemas con sus propios esfínteres, la tierna edad de tres años.
Existen borrosos recuerdos al
respecto, un trato…unos libros…de lo que está segura es que accedió a hacerlo.
Aquél hombre tumbado sobre un sillón con los ojos fijos en ella, tan atento que
apenas pestañea…el trato…él le había dicho que si lo besaba podría tener
aquellos bonitos libros llenos de dibujos, a ella no le importaba, sabía lo que
era, lo había visto en la televisión, no le pareció gran cosa, así que se
acercó a él dando pequeños pasitos y al llegar frente a él hizo el
característico puchero que tantas veces había visto.
Él la tomó fuertemente de sus
pequeños hombros y le introdujo su rasposa lengua hasta la garganta, tenía un
sabor amargo y se sentía como un asqueroso molusco retorciéndose en su boca,
ella se arrepintió y comenzó a forcejar pero él no se detenía, contrario a eso
bajo la mano hacia los botones de su gabardina roja y…
El recuerdo se detuvo, no quería
seguir pensando en aquél día, además carecía de importancia, ya no era una
víctima más, ahogo sus pensamientos con los gritos del desconocido y laceró su
piel hasta que todo se tiñó de rojo, dejó caer sus instrumentos de metal y
acercó su cuerpo a ese elíxir, frotó su cara y sus pechos desnudos sobre él,
probando el inigualable sabor a vida y metal mientras penetraba más
profundamente a ese ser, el arnés estimulaba su clítoris y no tardó en estallar
de placer, se retiró de aquel cuerpo notando que también sangraba analmente,
eso la hizo sonreír.
Caminó hacia el muro donde tenía
expuestas sus armas y utensilios, decidió usar un cliché, tomó una enorme
sierra eléctrica, siempre era divertido ver la reacción de su víctima, escuchar
sus súplicas y sus promesas sin que supieran que las primeras no le importaban
y ya no podía creer en las segundas.
Encendió la sierra y la acercó al
cuerpo, esta vez no estaba de humor para juguetear así que lo cortó por la
cintura sin preámbulos, era sorprendente la facilidad con que destrozaba los
cuerpos salpicándolo todo de sangre y trozos de carne, los intestinos no
tardaron en caer al igual que sus piernas, la parte superior sólo se detuvo por
los grilletes que lo sostenían.
Miró su reloj, ya limpiaría ese caos después, se
le hacía tarde para ir a la escuela.
Mmm interesante, está novela si que no la había leído, al ver el título creí que el personaje estaría inspirado en la lolita de nabokov o la de lichberg, pero no... igual es buena.
ResponderEliminarÓrale...está chida
ResponderEliminarOhhhhh raiossss....
ResponderEliminarBuenísima
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