Martes 8
de Septiembre
Tal vez hubiera faltado a la cita con Jared si tuviera otra
madre pero por suerte sólo tengo a Justina. El viernes la llamaron de la
escuela para delatar mis “actos violentos” y a su parecer tuvo una charla seria
conmigo tras lo cual me dijo que estaba castigada, casi me río en su cara pero
sólo le dije “sabes que no puedes retenerme” y salí de la casa. Lamentablemente
aún no eran las diez así que llegué demasiado temprano al bar pensando
ilusamente que Jared ya estaría esperándome. Me senté junto a la barra más por
costumbre que por escasez de asientos. Luego de mucho rato comencé a
desesperarme y cada vez que alguien entraba al bar volteaba con la esperanza de
que fuera Jared.
-¿Eso es un tic o
esperas a alguien? –preguntó Saya, siempre tan desocupada.
-No es tu asunto.
-Mmm, que hará aquí
Jared y sin su modelo de pueblo –dijo mirando hacia la puerta. No pude evitar
voltear para comprobar lo que decía, era mentira.
-Eso responde la
pregunta. ¿De verdad crees que vendrá? Este no es precisamente su tipo de
lugar, él prefiere estar con gente igual a él.
-Dame otra
margarita -dije sin saber qué contestar.
-Ahí viene tu amor
platónico -me susurró y fue a preparar mi bebida. Como si fuera a caer de
nuevo…
-Hey Saya, ¿ahora
le sirves alcohol a menores? –Jared al fin había llegado- ¿Cómo es que a mí
jamás me quisiste vender nada?
-Pregúntale a tus
padres -contestó Saya molesta y Jared no
respondió.
-Que impuntual -le
dije a él.
Procedió
a disculparse y ofreció pagar mi cuenta, desde luego acepté. Fuimos a sentarnos
a un sillón lejos de la barra.
-Bien, ya viste que
sí me atreví a venir, ¿podemos ir a otro lugar?
-Acabas de llegar.
-Ya lo sé, pero no
me siento a gusto.
-Claro, como aquí
no conoces a nadie y no eres el centro de atención.
-Sí conozco, mira ahí está mi amigo Manson –dijo mientras
señalaba a un gótico que pasaba frente a nosotros– ¡Eh, Manson!
El
gótico volteó a verlo con cara de fastidio y le hizo una seña obscena, no pude
contener la risa.
-Así nos llevamos.
-Ajá…
Hablamos
de cosas banales, pasatiempos, familia, lo mucho que odiamos la escuela y en
especial a la directora; hasta que me dijo que lo esperara un momento y se fue
a hablar con un hippie.
-Hola señorita “no
me interesa Jared pero lo veo con ojos de deseo”, ¿vas a pedir algo más? –me
dijo Saya.
-No Saya, gracias.
-¡Ah!, la chica
tiene modales, ¿y tú te llamas…? Porque decirte “señorita no me interesa Jared”
me parece muy largo.
-No me creerías.
-¿Es más raro que
Saya?
-¿De verdad te
llamas así?
-Ahora sí, me
cambié el nombre en cuanto cumplí 18, odiaba mi nombre. En fin, ¿me dirás o
tendré que adivinarlo?
-Nunca lo vas a
adivinar -dije retándola.
-Te apuesto
doscientos pesos a que sí Rumpelstinskin.
-Acepto, pero debes
adivinar hoy mismo y no puedes preguntarle a Jared.
-¿Yo qué? -él había
regresado.
Saya
tuvo que regresar a la barra y de nuevo sólo fuimos Jared y yo. Le dije que no
debía decirle mi nombre, no hizo preguntas al respecto. Estuvimos platicando y
bebiendo hasta muy tarde, fue agradable excepto por el hecho de que se pasó
pegado a su celular demasiado tiempo, ya fuera mandando mensajes o contestando
llamadas.
Finalmente
le pidió la cuenta a Saya, fue bastante cara.
-¿Fue que llegué
tan tarde o sólo tomabas martinis? -me dijo Jared.
-Yo puedo pagar mí…
-Era broma, no
importa el costo si puedo estar contigo -pronunció esta frase sonriendo y le
pagó la cuenta a Saya.
-Mis doscientos
pesos -procedí a cobrarle a Saya.
-Yo creo que tú me
los debes a mí, Sadie.
-¡Tú le dijiste!
-miré enfadada a Jared.
-Yo ni siquiera he
hablado con ella -me contestó y era verdad.
-Tuviste que hacer
trampa de alguna forma, no te pagaré.
-Qué mala
perdedora, resígnate y paga -insistió Saya.
Estaba
por iniciar una pelea cuando Jared sacó un billete de doscientos y se lo dio.
Se despidió y nos fuimos de ahí.
-No tenías que
hacer eso, no pensaba pagarle, sé que hizo trampa.
-Ya te dije que no
me importa el costo, con tal de estar contigo y que tú seas feliz.
Sigo
sin creerle tal frase, me llevó a mi casa en su auto y hablamos de cosas sin
importancia.
-¿Tus papás no se
enojan si llegas tan tarde?
-Justina se enoja
bastante pero eso realmente no me importa.
-¿Y tu papá?
-Alfonso pasa todo
el tiempo trabajando y nunca está en casa, es como si no existiera –él escuchó
el comentario sin interés, como si ya supiera lo que iba a contestarle. Tras un
minuto de silencio continué hablando–. Curioso, eres la primera persona que no
me pregunta que trabajo puede ser tan absorbente.
-No es necesario,
sé exactamente lo que tu papá hace.
-¿Ah sí? –le
pregunté molesta por el tono en que lo dijo– pues dime porque yo no tengo idea.
-¿No sabes en que
trabaja tu padre? –preguntó sorprendido.
-No…alguna vez le
pregunté a él y se negó a contestar, otra vez le pregunté a Justina y sólo dijo
que en una empresa importante (como si eso me diera una gran idea), por mi
parte me importa una mierda así que dejé de preguntar. Aunque me intriga que tú
lo sepas.
-Sí bueno, sólo sé
que trabaja directamente para mis padres y ellos suelen ser acaparadores con
sus empleados –dijo negando saber nada más y me llevó a casa sin volver a
mencionar el tema.
Jueves 10
de Septiembre
Me encontraba particularmente relajada este día, sin ningún
deseo de violencia, incluso mis niveles de misantropía estaban particularmente
bajos, sin embargo siempre existe un hecho que los eleva nuevamente. Estaba
sentada en un banco del parque escribiendo un poco de poesía cuando noté que
Rose Sanz se acercaba, tal era mi relajamiento que no pensé siquiera en
torturarla o insultarla, me resultaba totalmente indiferente; pero al parecer a
ella no le sucedía lo mismo.
-¿No tienes algo
más productivo qué estar mal sentada garabateando como una vagabunda?
-Aparentemente no
–respondí yo sin mirarla, con la esperanza de que siguiera su camino, no fue
así.
-Si yo fuera tu
madre ya te habría buscado un trabajo, así podrías ser una persona útil para la
sociedad y no este desperdicio humano –yo cerré mi libreta tranquilamente, me
levanté posicionándome frente a aquella mujer y le respondí con voz serena.
-Si usted fuera mi
madre yo sería huérfana desde hace mucho.
-Tienes problemas
Sadie, serios problemas mentales y no voy a descansar hasta que estés recluida
en un psiquiátrico, ¿entiendes?
-Bueno, hay
personas que deberían estar en un manicomio y otras que deberían estar bajo
tierra. Tú por supuesto eres de las segundas y ¿quieres saber un secreto? –dije
acercándome para susurrarle al oído– Sé dónde vives.
Dicho eso me retiré del parque sin esperar a
ver su reacción, sé que me ganaré un intento de sermón por parte de Justina.
Domingo 13
de Septiembre
El jueves tuve otra de esas profundas conversaciones con
Jared en la escuela.
-¿Es cierto qué
golpeaste a Carlos la semana pasada? -me preguntó.
-Ah…sí, es un
imbécil -contesté sin darle importancia.
-¿No eres muy
sociable verdad?
Puse una cara de
asombro exagerado y dije:
-¿Cómo lo
descubriste? ¿Fue mi tierna voz o los numerosos amigos que siempre me rodean?
Podría jurar que fue lo bien que hablan todos de mí, tengo muy buenas
referencias.
-Lo sé, me han
dicho que invocas a los muertos y hechizas a la gente. Espero que eso no sea
cierto.
-¿Porqué? ¿Temes
que te convierta en otro Joel?
-No, temo que lo
que siento por ti sea sólo un hechizo.
Noté en su rostro
que esperaba una respuesta, pero no contesté nada, hubo un momento de silencio
hasta que cambió de conversación.
-Y ya que no haces
hechizos, ¿qué haces en tu tiempo libre?
-No mucho, sólo
escribir y escuchar música a todo volumen.
-¿Ah sí?, ¿qué clase
de música?
-Rock, gótico principalmente, The 69 eyes, After Forever,
Inkubus Sukkubus, El Cuervo de Poe, Type O Negative, Xandria, Mazzat, Within
Temptation, Krypteria, Voltaire, Leaves Eyes; aunque también me gusta Iron
Maiden, Kreator, Toxic Holocaust, Emilie Autumn, The Spooky Psycho Dolls…
-Eh…ok –dijo
interrumpiéndome- ya veo que hablarte de música es darte cuerda y como no sé de
rock gótico mejor te preguntaré ¿qué escribes?
-Toda retorcida
idea que llega a mi mente ¿o es que retorcida ya es la naturaleza de mi mente?
Aún no lo he podido descifrar. Cada pensamiento que inquieta a mi cerebro y lo
hace despertar se transmite a mis manos y queda plasmado en papel ya sea como
una breve prosa pseudo poética o un siniestro cuento… -Jared estaba observándome
fijamente con un gesto muy extraño, como perdido en sus propios pensamientos–
¿Me estás escuchando?
-Perdón, estaba
contemplando lo bellos que son tus ojos, ¿alguien te lo había dicho? -si creía
que con una frase tan falsa podría disculparse por su falta de atención estaba
muy equivocado.
-No, y preferiría
que te fijaras más en la belleza de mis palabras.
-Lo prometo si
sales conmigo mañana.
-¿Me pones
condiciones para que escuches cuando te hablo? No gracias imbécil. -lo dejé
solo y fui a clase.
Debido a
eso y a que Justina no ha querido darme dinero (dice que no me dará hasta que
mi cuarto deje de ser un caos, no entiende que los genios somos desordenados)
este fin de semana fue de sobriedad, Elizabeth sigue regañándome por ser hostil
con Jared pero no me interesa, yo jamás pido disculpas.
Jueves 17
de Septiembre
Nunca creí que podría odiar tanto a aquel ser que dice
amarme, querer entenderme y estar conmigo, aquél que cuando enserio deseo un
poco de atención y acaso una felicitación sólo se preocupa por el maldito
dinero, ¡Justina!
Sabía que lo que iba
a leer no le gustaría, pero aun así quiso conocer la razón del resentimiento de
su hija, así que prosiguió con la lectura.
Hoy me dijeron que gané el concurso de cuento pese a que a
Chayo no le gustó -¡que se joda!-, sólo me dieron un estúpido diploma, pero lo
único que yo quería era ganar, así que para mí estaba bien. Al llegar a casa
quise compartir mi triunfo con Justina, pero a ella no le importó.
-Hey, ¿adivina qué?
-le dije. Ella que hasta ese momento estaba lavando trastes se detuvo.
-¿Por fin
conseguiste un trabajo? –me preguntó entusiasmada.
-No Justina, no es
eso… -le contesté aún sin perder el ánimo.
-Hay Sadie,
deberías de buscar uno, ¡hacer algo
productivo de tu vida!
-Ya lo hice,
¿recuerdas el cuento que escribí, el que no terminaste de leer?
-Esa monstruosidad
no es algo productivo hija.
-Esa
“monstruosidad” ganó el concurso literario de la escuela.
-¿En serio? –sonó
muy interesada en el asunto- ¿y te dieron dinero por eso? –¡claro, tenía que
tratarse de dinero!
-No, me dieron un…
-ni siquiera le interesó lo que pudieron darme.
-Hija, consigue un
trabajo, algo con lo que traigas dinero a la casa, tú sabes que estamos pasando
por un situación muy difícil… -regresó a su labor y ni siquiera notó que a la
mitad de su discurso ya estaba en mi cuarto.
Tal parece a que la maldita sólo le importa
el dinero. Desearía golpearla hasta que de verdad tuviera algo de qué
preocuparse y finalmente librarla de aquella angustia. ¿Te encantaría eso
verdad mamita? Ya no más preocuparte por la falta de dinero.
Tomaré un cuchillo y lo clavaré mil veces en
tu piel, ¿así también te preocuparía el dinero mami?, una y otra vez, miraría
satisfecha como te desangras, disfrutaría tu cara de horror y confusión porque
sabría que por una puta vez estás pensando en tu hija ¡y no en el maldito
dinero!
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