Ver a Melina y Marcus siempre era
un espectáculo curioso, él, un ex presidiario de 1.98 m de estatura y 115 kg,
de larga cabellera negra con los musculosos brazos repletos de tatuajes y
rostro de pocos amigos y ella, una joven de dulce rostro y abundante melena
castaña ondulada que medía cuarenta
centímetros menos que él.
Liss los
invitó a entrar a su oficina y lo primero que observaron fue un enorme
contenedor de vidrio con una chica en su interior que era rociada de un líquido
corrosivo el cual ya había destrozado parcialmente su piel dejando expuestos
algunos músculos e incluso huesos, el abdomen estaba tan deshecho que los
intestinos colgaban fuera de su cuerpo.
-Bonita decoración – dijo Melina
acercándose al cristal hipnotizada por aquella visión – ¿No es la chica que usó
una máscara de conejo en uno de tus shows?
-Sí – respondió Alyssa sin
interés.
-¿Y qué hace encerrada aquí? Si
se trata de un nuevo espectáculo debería estar en algún lugar más transitado.
-Me gusta tenerla aquí, me
recuerda los errores que no debo volver a cometer.
Habían
colocado dos sillas frente al escritorio, sin embargo una resultó inútil pues
Melina se sentó sobre las piernas de Marcus.
-¿Por qué han venido? Sé que es
su aniversario pero ustedes mutilan, matan y violan personas siempre que
quieren…
-Claro, pero tenemos en mente
algo un poco más complicado – respondió Marcus. – A mí me interesa…
-Una puta chilena que conoció en
Internet… - interrumpió Melina molesta. – Por cierto, puedes guardar energía,
no será necesario que la revivas.
-Me temo que no entiendes como
funciona esto, cuando nos piden a una persona viva que no pertenece a nuestro
staff lo único que hacemos es crear una copia, por eso aunque la asesines la
original estará a salvo en su hogar.
-¡Que fastidio! ¿No puedes hacer
una excepción?
-Sería un desperdicio de energía
innecesario. La única vez que tuvimos a un original fue en una curiosa ocasión
en la que un par de estudiantes se pidieron el uno al otro en su fantasía sin
saberlo, matamos dos pájaros de un tiro, por decirlo de alguna forma. Eran una
pareja extraña como ustedes, él era un hombre delgado al estilo Jim Morrison y
ella una chica regordeta repleta de tatuajes, en fin… ¿qué más han pensado?
-Yo quiero a Jason Vorhees.
-¿El de las películas?
-¿Hay otro? Y por supuesto no me
interesa un actor disfrazado, quiero el personaje, putrefacto, despiadado y con
una fuerza bestial.
-En ese caso debo asumir que como
escenario quieres…
-El campamento Crystal Lake, por
supuesto.
El
par de asesinos terminaron de indicarle a la europea los detalles de su
fantasía slasher y al terminar ella los invitó a presenciar el espectáculo que
se había planeado en su honor. Se instalaron en una mesa del centro y
observaron el escenario, en él se encontraba un hombre vestido con un elegante
esmoquin que sostenía a un rechoncho bebé que no paraba de llorar, tomó un
taladro, lo encendió y penetró la cabeza del infante que como por arte de magia
cesó sus lamentos, tras introducir la broca hasta
el fondo la extrajo y volvió a introducirla en el lado opuesto de aquel cráneo
infantil, cuando hubo terminado aquella tarea levantó un mástil de violín, lo
colocó entre los dos orificios y lo adhirió al cráneo con un par de tornillos.
Tras esto tomó un cuchillo y penetró en las suaves muñecas de la criatura
dejando expuestas sus venas, jaló tres de cada extremidad y las ató hábilmente sobre
el mástil. Se lo colocó sobre el hombro y comenzó a tocar una apasionante pieza
de tango.
Marcus y
Melina miraron al público, fácilmente podían distinguir a los clientes
primerizos, nerviosos e impresionables, de los clientes frecuentes que
simplemente disfrutaban del show e incluso ordenaban bebidas y platillos que
sólo podrían conseguir en aquél lugar, al menos legalmente. Candy, la maid,
ofrecía shots de tequila con embriones humanos, al parecer Liss se había puesto
muy maternal en esta ocasión, los asesinos pidieron un par y los tomaron de un
trago mientras seguían disfrutando del espectáculo.
Habían
aparecido en escena dos personajes, una joven que portaba un vestido de látex rojo
que terminaba en puntas tan ajustado que
marcaba detalladamente su bien formada anatomía y que daba la impresión de que
estaba cubierta tan sólo por una capa de sangre derramada y acrecentando este
efecto unos rubíes colgaban de las puntas brillando como gotas del líquido
vital. El segundo personaje se trataba de un hombre de largo cabello sujeto en
una coleta ataviado en una elegante vestimenta propia de los bailarines de
tango.
Comenzaron con
un sensual baile acorde a la melodía, su mirada y sus movimientos expelían
deseo y lujuria además de una ferocidad excitante, ella acercó su rostro al de
su compañero y le arrancó un gran trozo de piel de un mordisco dejando
parcialmente al descubierto su dentadura, sin dejar en ningún momento los pasos
de baile él le arrancó la parte inferior de su vestido llevándose con él largos
tirones de la piel de sus piernas, la mujer hizo lo mismo con la camisa de él
mordisqueando enseguida su torso desnudo arrancándole la piel del pectoral
izquierdo incluyendo el pezón, así prosiguió la feroz danza, con ambos
destrozándose tanto el ropaje como la epidermis mientras la pista se llenaba de
sangre y restos humanos sin dejar de mirarse con una lubricidad insaciable.
Cuando ambos
se hubieron convertido en bultos rojizos antihumanos y la canción estaba por
terminar, cada uno introdujo una mano en el destrozado pecho ajeno y llevó al
exterior el corazón que éste contenía mirándose retadoramente hasta que se
fundieron en un apasionado beso y ambos cayeron muertos.
El aplauso fue
inminente, incluyendo a M+M, quienes después de tal espectáculo estaban
ansiosos por comenzar con sus planes en aquél sitio, la maid les había
entregado su llave con el número 404, así que acudieron al cuarto piso
velozmente.
Al entrar a la
habitación percibieron el frío y el suave aroma del bosque que se encontraba
frente a ellos, el paisaje era idéntico al que habían vislumbrado tantas veces
en las películas e incluso se encontraba el letrero amarillo que indicaba el
nombre del lugar “Welcome to Camp Crystal Lake”. Melina de inmediato encontró
un bate de aluminio entre los árboles y Marcus un cuchillo, según sus
especificaciones habría armas regadas por el bosque como hojas en otoño. Al
poco tiempo escucharon un grito femenino que les indicaba que el juego había
comenzado.
-Ya sabes las reglas, el primero
en encontrar a la perra hace con ella lo que quiera. – Apenas Marcus asintió,
su pequeña novia lo golpeó con el bate en la entrepierna y echó a correr hacia
donde se escuchaba la voz, era mucho más veloz que él, sin embargo un poco de
ventaja extra no le haría daño.
No tardó en
encontrar a la emisora de aquellas súplicas, Michelle, una rubia de
desproporcionado trasero que le recordó a una famosa estrella porno, llevaba
unos jeans ajustados y una playera blanca de tirantes tan pequeña que sus
pechos amenazaban con romperla. A pesar del terrible odio y los celos que
sentía hacia aquél ser que había cautivado a su amado, ella deseaba complacerlo
así que únicamente quería era hacerle un par de modificaciones.
Tras un ligero
forcejeo logró someterla, extrajo una cuerda de su bolsa, le ató las muñecas
con fuerza y la sujetó de la gruesa rama de un árbol, debía ser rápida pues ya
escuchaba los pasos de su sádico amante acercándose, trabajosamente le retiró
sus pantalones dejando al descubierto su descomunal trasero que apenas quedaba
adornado por minúscula lencería morada que de igual forma retiró de su cuerpo y
le colocó un par de grilletes en los tobillos con una barra separadora que
extrajo de su bolsa y rebuscó de nuevo en ella hasta encontrar una aguja con
hilo grueso.
Miró su vagina
sin interés alguno, tomó sus labios con dos dedos e introdujo la aguja en
ellos, cada puntada ocasionaba un quejido y un ligero sangrado que la
complacían enormemente, tan sólo cosió la mitad de aquella abertura pero lo
hizo con fuerza para que resistiera las embestidas de su gigantesco amante.
Apenas había terminado con aquella labor cuando apareció Marcus aún con una tenue
mueca de dolor.
-Hiciste trampa.
-Nunca lo mencionamos entre las
reglas, querido. Además yo simplemente quería prepararla para ti, no pensaba
arruinar tu regalo de aniversario.
El hombre de
casi dos metros de altura sacó un cuchillo de sus botas militares y cortó la
cuerda que sostenía a Michelle dejándola caer, Melina hizo un puchero, ella
había tenido que trepar al árbol cual ardilla para atar aquella cuerda y a él
le había bastado con alzar uno de sus brazos.
La chica había
caído boca abajo y el ex presidiario decidió dejarla en aquella postura, tomó
la cuerda que mantenía unidas a sus muñecas y le hizo un nudo alrededor del
cuello para luego atarla a la parte baja del tronco del árbol. Miró el trabajo
de su novia y quedó complacido.
-¿Qué más pensabas hacerle?
-Puedes usarla mientras continúo.
Obedientemente
se bajó la bragueta liberando un falo estimulado por el espectáculo anterior y
la oportunidad de follarse a aquella chilena que lo había calentado tantas
veces con sus pláticas obscenas y sus eróticas video llamadas, esta vez no
había una computadora de por medio, esta vez la tenía frente a él, en carne y
hueso. Su miembro palpitaba de excitación pero quería disfrutar de aquel
momento, frotó la punta contra el clítoris de la chica que a pesar del dolor
infringido previamente no pudo evitar sentir placer ante ese roce. Luego lo
colocó en la pequeña entrada que había dejado Melina y comenzó a empujar hacia
dentro, la sensación resultaba deliciosa, incluso el ligero roce del hilo
contra su piel resultaba placentero. La chilena no paraba de aullar de dolor
debido a que aquella penetración hacía que las costuras se separaran tirando de
su piel genital, Marcus jaló su cabellera ocasionando que la cuerda apretara
más su cuello y los aullidos cesaron.
Aquella
postura resultaba perfecta para lo que planeaba Melina, sonrió satisfecha al
ver que la chica abría la boca intentando producir algún sonido, tomó el bate
de aluminio y lo estampó con toda la fuerza que pudo contra los dientes de Michelle
destrozando por completo dos y rompiendo parcialmente otros tres. La sádica y
pequeña asesina estampó varias veces más el bate contra la mandíbula de la
chilena, el movimiento convulsivo de dolor que realizaba no hacía más que
excitar aún más a Marcus que ya no sostenía su cabellera si no que sujetaba sus
pechos, los usaba como medio para mover el cuerpo de la chica con velocidad
sobre su pene y lo hacía con tal ardor que habían comenzado a ponerse morados,
con la fuerza que poseía a Melina no le sorprendió cuando terminó por
arrancárselos rompiendo con su concentración.
Para aquél
entonces Melina había terminado de romperle los dientes a la chica dejándole
las encías tan sólo con algunos diminutos trozos blancos y un montón de sangre
brotando por doquier. Su amado miró aquella segunda adaptación con el mismo
placer que la primera, frotó su falo contra aquellas suaves encías cubiertas de
sangre mirando los ojos suplicantes y húmedos de la chica aumentando su placer, sujetó la cabeza de la chica moviéndola
rítmicamente sintiendo como su pene golpeaba en su garganta y como la chica
trataba de librarse de él ante la sensación de asfixia.
De pronto la
chilena comenzó a retorcerse y a pesar de su creencia inicial de que se trataba
de otro de sus intentos de liberarse, notó que se debía a que Melina le estaba
introduciendo el bate por el ano sin piedad alguna, la miró enternecido, su
mezcla de celos y sadismo le resultaba encantadora. No pudo más que excitarse
aún más y empujó con más fuerza su pene dentro de aquella garganta, los sonidos
de asfixia lo entusiasmaban aún más y seguía embistiendo su garganta con mayor
furia hasta que por fin eyaculó en ella de tal forma que el semen incluso se
resbaló por las fosas nasales de la rubia, cuando extrajo su miembro de aquella
chica supo que había muerto, sin embargo Melina continuaba retorciendo su bate
intentando introducirlo tanto como pudiera.
-Ya está muerta.
-Ya sé pero no por eso voy a
dejar de odiarla. – Marcus sonrió, nunca dejaría de amar a aquella mujer
demente y era tiempo de que ella disfrutara su parte del plan, aunque él fuera
quien tendría el ataque de celos esta vez.
Caminaron a
través del bosque con dirección hacia el lago y tras pocos metros hallaron una
tétrica lápida con el mítico nombre en ella: Jason Voorhees, y junto a ella un
par de palas. Melina tomó una y comenzó a cavar con entusiasmo, por el
contrario Marcus se limitó a observarla, si bien Jason había sido el ídolo de
su juventud no le agradaba que fuera el objeto de los deseos sexuales de su
compañera.
-Si me ayudaras esto sería
infinitamente más rápido… - pronunció Melina.
Con desdén él
tomó la otra pala y tras cavar apenas medio metro encontró un ataúd, retiró la
tierra suficiente para descubrir la gigantesca caja y le dejó a Melina la
primicia de abrirla. Alegremente ella bajó de un salto y levantó la tapa del
féretro con una lentitud casi teatral.
Él resultaba
idéntico al personaje que había visto numerosas veces en pantalla, había
esperado que reaccionara tan sólo con liberarlo de su encierro, sin embargo él
continuaba inmóvil, aun así su sola presencia le resultaba excitante, aquel monstruoso
cuerpo de más de dos metros, las pútridas manos imponentes (la izquierda aun
sosteniendo el enorme machete) y por supuesto la inconfundible máscara de
hockey bajo la que se podía distinguir su deforme cabeza.
Su puso a
gatas sobre él para examinarlo mejor, algunos gusanos se arrastraban bajo la
máscara y un ligero aroma a putrefacción fluía de aquel cuerpo. Sacudió su
enorme cuerpo tanto como pudo sin conseguir una reacción, Marcus apenas pudo
contener la risa ante su frustración.
“¡Puta Alyssa!
¡Que lo quisiera putrefacto no significaba que lo quisiera muerto!” De
cualquier forma ese era Jason Voorhees y no pensaba desaprovechar esa
oportunidad, al ser una necrófila
consumada aquello no representaba ningún problema.
Le abrió uno
de los párpados y lo recorrió lascivamente con su lengua percibiendo la
viscosidad y la tenue acidez del globo ocular. Descubrió su pecho de tono
verdoso cubierto por numerosas cicatrices y lo mordisqueó mientras desabotonaba
sus pantalones exponiendo su putrefacto miembro inerte.
Retiró una
pequeña larva de su glande y se introdujo aquel falo en la boca, sintió como
éste palpitaba y se endurecía bajo los movimientos de sus labios y su lengua
que no paraba de mover alrededor de la uretra. Detuvo aquella tarea simplemente
para quitarse su pequeña camiseta de Motörhead mostrando sus redondeados pechos
y cuando bajó la mirada para hacer lo mismo con sus shorts sintió una poderosa
mano sujetando su cuello y levantándola del suelo.
Alzó la mirada
encontrándose de frente con aquella característica máscara y los ojos dementes
tras ella, aquello y la presión en su tráquea la excitó aún más. El enmascarado
emergió de aquél hueco en la tierra sosteniendo a la chica y Marcus miraba
hipnotizado como los pechos de su amada se bamboleaban mientras el legendario
asesino acercaba su enorme machete a su torso para introducirlo bajo sus shorts
y cortarlos de tajo junto con su ropa interior dejando un corte sanguinolento
en el muslo de Melina. Así mismo se quedó inmóvil cuando aquel engendro soltó
su machete y sujetó el trasero de la castaña con ambas manos colocándolo sobre
la punta de su pene para luego penetrarla brutalmente generando un grito de
placer y dolor de Melina.
A pesar de los
terribles celos que sintió en aquel momento, la visión de ese cuerpo putrefacto
penetrando salvajemente a la pequeña Melina que gemía y se retorcía de gozo le
provocó una inminente erección así que se colocó detrás de la chica, mordió sus
delicados hombros, extrajo su miembro de sus pantalones y se lo introdujo
lentamente en el ano.
Melina
desbordaba de placer ante ambas penetraciones igual de deliciosas que
entrechocaban dentro de su cuerpo y que la llenaban como jamás en su vida, no
tardó en alcanzar el clímax ruidosamente. Marcus al notarlo fue invadido por
una nueva oleada de celos, tomó el machete y sodomizó con él a Jason
retorciéndolo sin piedad tras lo que introdujo su mano en la desgarrada cavidad
y comenzó a jalar sus intestinos para luego ahorcarlo con ellos, Melina bajó
con gracia al suelo cuando él perdió su erección y su gigantesco amante aplastó
el rostro del asesino con sus enormes botas hasta que rompió la máscara y el
cráneo del slasher.
La diminuta
sanguinaria viró hacia Marcus, jaló la cadena que pendía de su cuello
haciéndolo agacharse y lo besó pasionalmente al mismo tiempo que acariciaba su
miembro antes de salir corriendo cual niña con dirección hacia una de las
cabañas. Él la miró embelesado, desnuda con la abundante melena al viento y
corriendo entre los árboles lucía como una hermosa ninfa y no pudo evitar
correr hacia ella.
Su amada dejó
la puerta entre abierta así que bastó con un ligero empujón para entrar, la
visión fue maravillosa, su ninfa recostada en una cama en forma de corazón
cubierta por cientos de lenguas recién arrancadas y en un buró junto a ella
había una botella de Jack Daniel’s y un zippo.
Ella gateó
hacia él con sensualidad felina y posó sus labios sobre el botón de sus
pantalones, enroscó su lengua sobre él y con facilidad lo retiró, con los
dientes tomó la cremallera y la deslizó hacia abajo, contrario a aquella
delicadeza bajó sus pantalones y bóxers con rapidez liberando su miembro
completamente erecto que suplicaba por un poco de atención, sin embargo Melina
continuó con su dulce tortura, lamiendo sus muslos primero, acercándose poco a
poco a sus genitales, entonces recorrió uno de sus testículos delicadamente con
su lengua para luego introducirlo completamente en su boca masajeándolo con su
lengua para luego continuar con el otro, tras esto le dio pequeños mordiscos a
lo largo del falo para regresar a la base y darle una larga lengüetada hasta
llegar al glande, el cual ya se encontraba ligeramente humedecido y finalmente
metió aquel miembro en su boca succionándolo hábilmente mientras acariciaba sus
testículos humedecidos por la saliva.
Tras ese
exquisito felattio lo recostó sobre las
lenguas…
Lenguas arrancadas… Alyssa detuvo la cinta
un momento, estaba disfrutando de uno de sus mayores placeres, el voyerismo,
pero tuvo que hacer una pausa pues aquello le había recordado su pequeña
venganza.
Mientras seguía “muerta” con aquel disfraz
de monja pudo ver como Zaireth se acercaba a ella con un rosario entre las
manos.
-¿Lo recuerdas? Pertenecía a Isabel. Le dije que le enviabas saludos
antes de meterle una bala entre los ojos – dijo colocándolo sobre su cuerpo y
fue a buscar su sotana.
-Las despedidas nunca fueron lo tuyo, ¿verdad? – dijo Liss que se había
regenerado con facilidad.
-¡¿Qué carajo?! ¿Cómo…?
Ella le arrancó la lengua, no pensaba
soportar sus balbuceos.
-No me interesa darte explicaciones. No sé porque viniste y no me
importa un carajo, pero fue una idiotez, fuera de aquí puedes ser tan poderoso
como quieras pero en este lugar yo soy Dios y tú no eres más que un maldito insecto.
Ante su sorpresa los brazos de Zaireth se
retrajeron y retorcieron provocando que
sus huesos atravesaran la piel de su espalda, dos pares de costillas se
abrieron hacia afuera desgarrando la piel y las piernas imitaron a las
extremidades superiores haciéndolo caer dándole la apariencia de un siniestro
bicho que no paraba de sangrar y aullar de dolor. Liss se acercó a él
sosteniendo el rosario, le propinó una fuerte patada haciéndolo caer de
espaldas y sostuvo su flácido miembro.
-¿Isabel? ¡Odiaba a esa puta monja! Quédate con él - pronunció antes de
clavar la cruz en su uretra con toda la fuerza que pudo.
Los gritos de dolor que resonaban por la
parroquia la complacieron pero no bastaron para calmar su ira, así que salió,
tomó un hacha y masacró a Jennifer. Sí, había un castigo demasiado simple e
impulsivo pero bastó para tranquilizarla en el momento, para cuando la chica
apareció de nuevo en su oficina ya tenía preparado el contenedor con ácido del
cual no saldría en bastante tiempo. Se acercó a mirarlo y notó que se había
regenerado casi por completo pues ya estaba vociferando cosas que no podía
escuchar debido al vidrio reforzado, presionó un botón junto al contenedor y éste
dio la vuelta dejándola de cabeza y ocasionando que el ácido volviera a caer
lentamente lacerando su piel, aquello le agradaba, la hacía pensar en un
macabro reloj de arena.
Lo pensó mucho antes de enviarle una tarjeta
a Zaireth, pero llegó a la conclusión de que no quería que pensara que sólo
había sido un sueño, así que cuando el hombre se despertó en una de sus
mansiones con un hombro dislocado la halló justo en el lugar que había ocupado
la cruz del rosario horas antes. La leyó, con odio la arrugó y la arrojó al suelo mientras buscaba su celular
para contactar a su médico personal, lo meditó…recogió la tarjeta y pensó que
quizá le interesaría ver a su querida Liss de nuevo…
Tras ese
exquisito felattio lo recostó sobre las
lenguas, se colocó sobre él y comenzó a mover su cadera lentamente en círculos mientras
ese falo la penetraba cada vez más profundo, su compañero se encontraba
extasiado ante el roce de las lenguas húmedas en sus piernas, sus genitales y
su cuello, la asesina tomó algunas y las frotó sobre su corpulento pecho
aumentando su excitación. Luego tomó la botella de Jack Daniel’s, le dio un
largo trago, vertió otro en la boca de su amado y el resto lo derramó sobre sus
cuerpos, cuando supo que ambos estaban por alcanzar un colosal orgasmo encendió
el zippo y lo acercó a su cuerpo, el fuego no tardó en cubrirlos, el ardor
avivó el éxtasis y los gritos de dolor y placer se fundieron tal y como sus
cuerpos en llamas se iban fundiendo en un solo ser.
Alyssa los odió, “¡Hijos de puta!” repitió
varias veces, sabían que no se tomaría la molestia de regenerarlos para luego
hacerlos pagar y revivirlos de nuevo, era un gasto de energía estúpido…Se
habían salido con la suya, como siempre.
-Liss…te traje a…– dijo Candy preocupada por interrumpirla. Junto a
ella estaba la criatura de diez años más hermosa que debía existir, tenía largo
cabello dorado que caía en rizos sobre su delicado cuerpo, enormes ojos ámbar
rodeados de largas pestañas, una naricita respingada y unos labios demasiado sensuales
para una niña de su edad pero que extrañamente armonizaban con el resto de su
infantil rostro.
-¡Gabrielle! Hermosa Gabrielle, qué bueno que llegaste – dijo Liss
procediendo a besar esos seductores labios, ella correspondió a su beso y le
dirigió una sonrisa.
-¿Quién es ella? – preguntó la pequeña acercándose al contenedor con
una encantadora vocecita curiosa.
-Una traidora, un ser de lo más bajo, aprende de sus errores Gabrielle,
nunca me traiciones.
Marcus
y Melina despertaron en la habitación de hotel que ocupaban en esa época
asustados por el aroma a carne calcinada que percibieron, sin embargo se
miraron mutuamente y sólo encontraron una pequeña quemadura en uno de sus
antebrazos, el asesino en serie se acercó a una mesita junto a la cama buscando
un poco de Jack y se encontró con un paquete de m&m’s con una tarjeta del
burdel adherida a él. Se la mostró a su amada, sonrieron ampliamente, anotó la
fecha en ella y la guardó junto a las demás.
https://monpetitcc.mercadoshops.com.mx/MLM-638955910-libro-fisico-original-el-burdel-de-las-parafilias-ilustrado-_JM
Cuando mas de estas perfectos escritos? :(
ResponderEliminarCuando mas de estas perfectos escritos? :(
ResponderEliminarTus historias son muy buenas :3
ResponderEliminarespero que te animes a escribir el octavo capitulo
ResponderEliminarespero que te animes a escribir el octavo capitulo
ResponderEliminar