Justina desconocía
esa parte de la historia, ella siempre había creído que Sadie había conocido a
Jared mucho tiempo después y ahora estaba ansiosa por continuar con la lectura
del diario sin embargo el sonido de la puerta principal abriéndose la asustó,
seguramente Alfonso ya había llegado de trabajar, ¿ya era tan tarde?
Confirmó sus
sospechas al escuchar la voz de su esposo preguntando por la cena. Recalentó
algo de comida del refrigerador y se sentó a cenar con Alfonso.
-¿Recuerdas el
cuaderno que encontraron con Sadie? –Alfonso siguió engullendo su comida como
si no la hubiera escuchado, aun así ella continuó hablando-. Es su diario y
comencé a leerlo.
-No deberías revisar
sus cosas, sabes que a ella no le gustaría -dijo de forma cortante.
Ella hubiera querido explicarle que
eso era justamente lo que Sadie quería, pero tendría que enseñarle la carta y
sabía que no era conveniente así que se limitó a decir:
-Tal vez no, pero yo
quiero conocer a mi hija.
-Tu hija está muerta
-con esa fría expresión se acabó la conversación y no volvieron a cruzar
palabras el resto de la noche. Justina pensó que aunque no le gustara la idea
tal vez lo que Sadie había escrito era verdad.
Sábado 18
de Julio
Mis vacaciones han transcurrido sin novedad alguna, sólo
pleitos en casa y borracheras fuera de ella. Hoy regresé al Bleeding Morbid
Cat, esta vez el lugar estaba atestado al grado que pensaba largarme
inmediatamente pero de pronto inició un sonido inconfundible seguido de una voz
que cantaba algo que conocía de memoria “Lead to the river. Midsummer I wait. A V of black
swans on with hope to the grave…” amo esa canción y por ella decidí quedarme. Debido a la falta
de mesas disponibles decidí sentarme junto a la barra donde luego de servirme
mi margarita la bar tender comenzó a hablarme:
-¿No eres muy joven
para estar en un bar?
-Tengo suficiente
dinero como para pagar y eso es lo único que debería importarte -le contesté
enojada, ¿qué diablos le interesa?
-Con esas aptitudes
sociales seguro que tienes muchos amigos, deberías saber reconocer cuando
alguien sólo intenta iniciar una conversación contigo. Aunque al parecer no
tuviste el mismo problema con Jared el último sábado.
-¿Lo conoces? –dije
sin poder ocultar mi interés.
-¿A Jared? –me dijo
sorprendida como si le hubiera hecho una pregunta estúpida como “¿Esto es un
bar?”– claro, todo el pueblo lo conoce, tanto por juerguista como por
mujeriego. Puede ser guapo pero sólo trae problemas.
No pude
disimular un gesto de decepción, debí sospechar que era así en cuanto Nancy
apareció, supongo que me dejé influenciar por esos ojos y no recordé que
hacerse ilusiones nunca es bueno, no puede sucederme de nuevo.
-Da igual, él no me
interesa -mentí y terminé mi bebida.
Tomé un par de tragos más, disfruté la buena
música y me dirigí a la tranquilidad del parque para escribir, mi musa ha
vuelto: "Un par de ojos perfectos, tu nombre imposible olvidar del peor de
los defectos jamás me podría enamorar..."
Sábado 1 de Agosto
Estoy nuevamente en un estado de depresión y apatía extrema
que me ha hecho estar como un vegetal estas últimas semanas. Tan sólo me quedo
acostada sobre mi cama escuchando viejos discos de Nightwish, los nuevos son
una mierda gracias a esa zorra que reemplazó a Tarja, ahora que lo pienso la
bar tender del Bleeding se parece bastante a ella excepto por su estilo hippie.
Mefistófeles me ronronea y yo acarició su cabeza, es mi único aliado en esta
casa.
A veces
viene Justina a decirme que debería ponerme a hacer algo productivo o
simplemente a disminuir el volumen de mi música que no soporta pues dice que
posee mensajes satánicos, para ella toda la música que escucho los tiene.
Ayer
Alfonso llegó a interrumpir mi estado de reposo, aparentemente decidió
materializarse por una vez, me dijo que me había comprado un obsequio y vi que
sostenía un libro bastante grueso, “¡No, Justina ya le lavó el cerebro y me
compró una Biblia!” fue lo primero que pensé, me entregó aquel libro, “El
resplandor” de Stephen King (¡qué alivio!).
-Si quieres ser una
buena escritora de terror debes leer al mejor -fue lo único que dijo antes de
desaparecer de nuevo.
Aunque
al principio no me causó gran emoción pues no me parece que sea un escritor tan
maravilloso como dicen, comencé a leer el libro y desde entonces apenas me
detenido pocos momentos. Creo que era lo que necesitaba para salir de este
estado y he decidido que hoy saldré, probablemente regrese al gato.
Martes 4
de Agosto
El sábado fui a dar un paseo en busca de inspiración al
pacífico parque pero lo único que encontré fue a la estúpida Amy lanzándole una
pelota a su pigmeo perro. Tal juguete cayó cerca de mí y cuando esa niña fue
por él decidí expandir su mente.
-Pobre niña ingenua
con tus juegos infantiles, ¿Crees que servirán de algo? ¿Crees que lo que hagas
en tu maldita vida servirá de algo? -Amy sólo me miró con ese estúpido gesto
que indicaba que estaba a punto de llorar–. No, nada te servirá pues igual
terminarás pudriéndote bajo tierra.
La niña
se mantuvo observándome fijamente con su gesto patético, ¡cómo la odié en ese
momento! ¡Cuántas ganas tenía de azotar su pequeña cabeza contra el pavimento
hasta que se le borrara ese gesto! No pude soportarlo más y le grité que se
largara, no lo dudó, se fue tan rápidamente que olvidó su pelota.
Terminé
por ir al Bleeding Morbid Cat una vez más. De nuevo me senté junto a la barra y
eché un vistazo alrededor.
-¿Buscas a alguien?
–me preguntó la bar tender, ¿qué nunca tiene nada mejor que hacer que
interrogarme?
-¿Qué?...No.
-Ese hombre te
traerá problemas -creí que lo había dicho ella aunque ahora que lo pienso
sonaba como algo que fingía ser ella.
-¡Ya te dije que no
me interesa Jared! –dije histérica.
-Nunca lo mencioné,
deberías de controlar tu carácter, tal vez ir con un psicólogo o algo…
-¡Ja!
¿Regresar con el farsante? Jamás.
-Todos somos farsantes
a veces.
-Yo no.
Luego
de eso alguien la llamó y ella fue enseguida, Saya, así la llamaron. No
volvimos a cruzar palabras el resto de la noche.
Lunes 10
de Agosto
Odio regresar a la escuela, el soportar a los estúpidos
compañeros, la avara directora exageradamente religiosa (como todos en este
podrido y decadente pueblo), el horrendo uniforme, la sobriedad, pero sobre
todo detesto a los profesores nuevos, la razón:
-Señorita, su
nombre por favor -me dijo el profesor de matemáticas, un gordo carente de
simpatía.
-Sadie -contesté
pronunciando “Sadi” como siempre, detesto profundamente como suena “Seidi”.
-Sadie, ¿qué?
-Sadie K.
El
profesor se mostró enfadado y me dijo:
-No se haga la
chistosita y dígame su nombre.
-Así me llamo, Sadie Kaspbrak…
El obeso
docente arqueó una ceja y preguntó a la clase:
-¿Cómo se llama
esta señorita?
-Así se llama
profesor -contestó Claudia, una idiota con una voz aguda y desesperante. No muy
convencido al fin me dejó sentarme.
Entre
clases leía “El resplandor” hasta que una voz familiar y nada desagradable me
interrumpió.
-Hola chica gótica,
¿te divertiste estas vacaciones invocando a los muertos y haciendo muñecos
vudú? Vengo a quejarme porque he sentido pinchazos en el cuerpo todo este
tiempo.
Bajé mi
libro sabiendo que me encontraría con aquél rostro aniñado con grandes cejas,
ojos castaños, labio superior ligeramente levantado y mentón cuadrado, todo
enmarcado por un alborotado y abundante castaño claro.
-No vengas a
culparme de tu problema de pulgas Joel -le contesté bromeando, él es
probablemente la única persona a quien no golpearía por hablarme así.
-¿Pulgas? No, no,
no, es imposible porque no te vi en todas las vacaciones no pudiste pegármelas.
No quisiste invitarme a los sacrificios de animales ni a los paseos por los
panteones. ¿Tu cofradía no acepta guitarristas?
-Claro pero sólo
BUENOS guitarristas -le contesté rápidamente asumiendo que no sabe tocar sin embargo jamás lo he escuchado.
-Auch, golpe bajo.
Así de
trascendentales eran mis conversaciones con Joel, él mencionaba estereotipos
absurdos y yo le contestaba con comentarios que lo dejaban sin nada bueno que
alegar.
Joel…Justina pensó
que era una verdadera tristeza lo que le había sucedido a un muchacho como
aquél, era amable y simpático, pero sobre todo era el primer amigo que su hija
había tenido. Decidió que era suficiente por una noche y no continuó leyendo
hasta la mañana siguiente.
Miércoles 12 de
Agosto
Sucedió algo inusual en la escuela, a primera hora el maestro en turno anunció que habría un alumno
nuevo y lo invitó a pasar, yo estaba concentrada dibujando escenarios de
tortura para el obeso que seguía sin creer mi nombre, no me interesaba conocer
al hipócrita de este año hasta que dijo su nombre: “Jared Legrand”.
De
inmediato reconocí su voz y no pude evitar alzar la vista para confirmar mis
sospechas, era aquel junior del sangrante gato mórbido, el novio de Nancy. Lo
que Saya había dicho era verdad pues al llegar muchos de mis queridos
compañeros lo saludaron, al parecer no me reconoció, lo que no me sorprendió ya
que llevaba ese estúpido uniforme en lugar de mi acostumbrada vestimenta.
Aunque sería algo difícil que siguiera sin notarme luego del conflicto con la
retrasada maestra de contabilidad. Es una maestra nueva, morena, alta, delgada,
carente de cualquier cualidad y que
sesea exageradamente.
-Zeñorita, ¿puede
dezirme zu nombre?
-Sadie - dije
pensando “no de nuevo”.
-Dígame zu nombre
verdadero zeñorita.
-Sí, ¡que lo diga!
-gritó Jared desde el fondo del salón y de inmediato todos voltearon
extrañados, incluyéndome.
-¡Así me llamo!
-respondí más dirigiéndome a Jared que a la maestra– y lo puede revisar en la
dirección si no me cree -dije bastante molesta.
-No tiene por qué
hablarme azí, zi vuelve a faltarme al rezpeto la voy a mandar a la diretzión.
Con
gusto soportaría un nuevo e interminable discurso de la directora por no seguir
soportando esa tortura para mis oídos pero preferí sentarme. Para mí fortuna la
clase terminó pocos minutos después y hubo un receso que decidí aprovechar para
seguir con aquel interesante libro y escuchar un poco de buena música. Pero no
había ni leído 3 páginas cuando alguien llegó a interrumpirme, odiaba que la
gente hiciera eso y era extraño que sucediera pues todos conocían mi carácter.
-Muy curioso tu
nombre - era Jared que se había sentado junto a mí.
-Yo diría extraño,
al menos en este pueblo. ¿No eres muy viejo para estar en preparatoria?
-No… ¿Cuántos años
crees que tengo? –preguntó él visiblemente ofendido.
-19…20, ¿cuántos
tienes?
-18 apenas
cumplidos hace dos meses -fue su respuesta.
-Como sea, tu novia Nancy se va a enojar si te ve
conmigo.
Jared
hizo un gesto de desagrado y contestó:
-Jamás sería novio
de Nancy, ella es muy… -¿zorra, hipócrita, estúpida, arrogante?, cualquiera de
esos adjetivos encajaría– encimosa, entre otras cosas. ¿Ya comiste?, te invito
algo de la cafetería.
-No tengo hambre,
gracias.
Pero poco después
de terminar la mentira mi estómago me delató suplicando por comida.
-Tu estómago te
traiciona, vamos, comida gratis, una excelente compañía, ¿qué más puedes pedir?
-Ve, tu sabes que
quieres, eso hará enojar a Nancy -se trataba de la primera voz que había
escuchado y me pareció muy convincente así que la obedecí. Al final la idea fue
buena, pues estar con Jared fue casi agradable y la mirada de odio que Nancy me
dirigió mientras comía con él valió la pena.
Viernes 14
de Agosto
Ya he aprendido a convivir con las voces de mi cabeza, he
pensado incluso en nombres para ellas, Elizabeth para la primera y Eleonor para
la segunda, estupideces por ocio…
Aunque
tal vez consiga en que distraer mi ocio, hoy anunciaron un concurso literario
en la escuela y estoy segura de que ganaré, los imbéciles con los que convivo
apenas pueden escribir su nombre.
-Qué ñoño… -dijo
Jared al escuchar el anuncio.
-Sabias palabras de
un analfabeta -al parecer mi hostilidad había regresado.
-¿Tú escribes?
-preguntó Jared con curiosidad.
-Claro, hechizos y
conjuros, si la molestas te puede convertir en un ser extraño y grotesco –dijo
Joel de pronto con su tono hiperactivo.
-Hazle caso, él
habla por experiencia propia -dije yo.
Joel me miró con un
gesto de enojo fingido, me señaló con el dedo índice y tras decir “ésta me la
pagarás Mildred Embrollo” se fue.
-¿Mildred?
-pronunció Jared extrañado.
-No preguntes…
-¿Y a dónde saldrás
hoy?
-Todo depende, ¿a
dónde me vas a invitar? -contesté y de inmediato cubrí mi boca con la mano
izquierda como intentando detener la salida de más frases estúpidas, apenas
podía creer que le hubiera dicho eso, ¿qué me estaba pasando?
-¿Estás bien? Pues…
pienso hacer una fiesta en mi casa, pero sería mañana. ¿Te parece bien?
Asentí
con la cabeza pues aún cubría mi boca. Terminó pidiéndome mi teléfono para
decirme la hora y el lugar. Aún no sé qué diablos me sucedió, cada vez estoy
peor, preguntarle que a donde me invita, considerar si quiera ir a su
fiestecilla y ¡darle mi teléfono! Creo que Saya tiene razón, debería ir con un
psicólogo, pero jamás con el pervertido.
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