PUTRID DOLL
Coloca una nueva hoja sobre su restirador, en la esquina superior izquierda se
encuentran dos bocetos, el primero muestra a una chica con un vestido hecho de
piel y coronada con una diadema de dientes, el segundo ilustra a un par de
gemelas vestidas como bailarinas de belly dance sosteniendo espadas, es el
espectáculo que se presentará esta noche.
Sin embargo esta vez su jefa, Alyssa Romanova, la
hace ponerse cursi debido a que una estúpida pareja de clientes quería celebrar
su aniversario en el burdel. ¿Quién carajos celebra su matrimonio en un burdel?
Qué idiotez…Eso del romanticismo no era para nada lo suyo y no era parte de su
contrato…bien…obedecer en todo a Liss era su trabajo, pero cuando se lo planteó
no se imaginó esta situación. Dibuja tres cuerpos destazados formando la típica
frase “I ♥ U”, dibuja un tache enorme sobre el dibujo, piensa en hacer algo
similar pero con el símbolo de infinito, lo desecha enseguida, demasiado
hipster, arranca la hoja completamente frustrada y la arroja a la basura donde
se encuentra con otra decena de papeles arrugados.
Piensa en llamar a la pequeña Candelaria (la maid
que usualmente ofrece bocadillos caníbales a los clientes) para que le
proporcione algunos de sus manjares, pero presiente que sólo será una
distracción. Decide tomar una libreta de dibujo y recostarse en su cama,
siempre le ha resultado más fácil inspirarse estando horizontalmente, abre la
libreta y sólo consigue usarla como almohada; esta labor le está pareciendo
torturante y aburrida, sin embargo ese castigo no duraría mucho y podría
continuar con su labor habitual. A decir verdad aquel era el trabajo que
siempre había anhelado y ni un lapsus de cursilería lo arruinaría, comenzó a
perderse en el recuerdo del día en el que se unió al personal del burdel de las
parafilias.
-
Y bien señorita Díaz… ¿qué piensa de mi oferta de trabajo?
-
Me parece bastante buena, quizá demasiado para ser real. Pongamos las cartas
sobre la mesa Alyssa – Liss hizo un ligero gesto de molestia, las personas rara
vez la llamaban por su nombre completo - ¿qué es exactamente lo que tengo que
hacer y qué me darás a cambio de hacerlo?
-
Te encargarás de los espectáculos del burdel, para ello te proporcionaré todo
lo que necesites y como pago podrás hacer uso nuestros servicios siempre que
quieras, además de contar con hospedaje y alimento en nuestras instalaciones.
-¿Y
qué? ¿Nada de dinero?
-¿Para
qué necesitarías dinero Jennifer? – dijo ella adoptando el tono familiar que su
interlocutora había tomado – Tu habitación contará con todo lo que necesites y
mucho más, podrás diseñarla a tu gusto.
-Eso
de la habitación me suena a que tendré que estar trabajando mucho tiempo, ¿cuál
será mi horario? – la europea no pudo contener una carcajada ante esa pregunta.
-
No tendrás un horario, si aceptas el trato pasarás a ser propiedad del burdel y
no podrás salir de él. Pero no pongas esa cara, ¿qué puedes perder? ¿Una
familia que no te comprende? ¿Una escuela llena de gente que te desprecia? ¿Una
sociedad que jamás te aceptará? Piénsalo, aquí puedes realizar cada fantasía
que cruce por tu mente, lo que hiciste hace unos días no es más que el
comienzo, tienes posibilidades infinitas, recursos ilimitados y vivirás rodeada
de lujos y sirvientes que estén a tu disposición todo el tiempo. Entonces, ¿qué
escoges? – Jennifer lo meditó un poco pero no había mucho que pensar.
-¿En
serio no podré salir de nuevo?
-
Te daré un día libre al año y siempre puedes emular un paisaje exterior en
alguna de nuestras habitaciones.
-De
acuerdo, acepto. Pero hay algo más que quiero como pago. – Liss la miró expectante
y le hizo una seña con la mano para que continuara – Quiero información, saber
exactamente cómo funciona este lugar, ¿cómo se mantiene si no cobran a sus
clientes? ¿Cómo es que consiguen personas tan hermosas que estén dispuestas a
prostituirse? Es decir…no lucían maltratados ni temerosos, así que no pueden
estar secuestrados y por tu misma mencionaste que eran más de trescientos.
-
Olvidaba que tú no viviste la experiencia completa del burdel, debí dejarte
hacerlo, pero eres tan joven, tan sádica, me recuerdas a mí a tu edad,
simplemente no pude hacerlo. Te lo explicaré, o mejor aún, te mostraré un video
que te resultará mucho más educativo. -
Tecleó en su computadora y le mostró la pantalla a Jennifer, eran las
imágenes de un pedófilo con una pequeña niña pelirroja, la ultrajaba para luego
destrozar su cráneo con un martillo y esparcir su semen en los restos. Se hacía
un corte en la escena y volvía a aparecer el pedófilo, esta vez estaba esposado
y un montón de niñas se acercaban para arrancarle pedazos de piel a mordiscos;
finalmente aparecía otra niña pelirroja, Jennifer tuvo que acercarse a la
pantalla, era idéntica a la niña que habían asesinado al principio.
-Sí,
es la misma chica. – le dijo Liss adivinando su pensamiento. Jennifer volvió a
mirar atentamente la pantalla, definitivamente era la misma chica o quizá su
hermana gemela, ahora empalaban al pedófilo con un taladro gigante.
-
¿Matan a los clientes? ¿Entonces cuál es su ganancia? No lo entiendo.
-
Sigue mirando. – habían vuelto a bajar el taladro, un par de maids limpiaban el
cuerpo y lo vestían con ropa limpia idéntica a la que se había manchado de
sangre, tras lo que lo dejaban en un área limpia y se marchaban. Alyssa
adelantó la grabación media hora, de pronto el hombre se levantó y se retiró
del lugar como si nada hubiera sucedido. Jennifer casi pega su rostro a la
pantalla intentando encontrar algo que indicara que era falso, que aquel era
otro hombre, pero no pudo lograrlo.
-¿Qué
carajo? Esto no puede ser verdad. Es un montaje, efectos especiales, que sé yo…
-Dime,
¿cuál fue tu esclavo preferido?
-Daniel
Cifer. – respondió ella sin dudarlo, aunque no sabía a qué venía la pregunta.
Alyssa tecleó algo en su computadora y sonrió perversamente. - ¿Por qué? ¿Acaso
estás buscando mi grabación con él? ¿Filman a todos los clientes? ¿Así obtienen
dinero, con películas snuff? – no pudo continuar con su mar de preguntas porque
el sonido de la puerta la interrumpió.
-Adelante.
– gritó Liss aún con esa sonrisa maliciosa. La quinceañera miró hacia la
puerta, primero con curiosidad y luego con horror, a unos cuantos metros de ella se encontraba
una aparición, un espectro, un joven de un metro ochenta de alto, de piel
lechosa y atractivo como un Adonis, Daniel, su Daniel Cifer, al que le había
destrozado el cráneo con una tina y había cercenado post mortem. Era imposible
y sin embargo ahí estaba. Debía ser un truco, un gemelo… ¿pero podían tener un
suministro infinito de gemelos?
-
Daniel, ¿recuerdas a esta chica?
-
Por supuesto, el ama Jennifer. Me encantaría volver a verla cubierta de sangre.
– No…este no era ningún gemelo, aquella voz, aquellos gestos seductores, sin
duda alguna era el mismo hombre que había compartido una tina sangrienta con
ella. Tras decirle a Alyssa que le creía, ella le ordenó al joven que se
retirara.
-Ahora
tengo más dudas que nunca… ¿qué es este lugar? ¿Cómo es que él sigue vivo…y
entero?
-Ah…es
una historia bastante larga… ¿estás segura de qué quieres escucharla?
-Por
supuesto, mientras más larga y detallada mejor. – entonces Jennifer esperó
atentamente a que comenzaran a relatarle aquella historia, la historia de
Alyssa Romanova y sobretodo, la historia del Burdel de las Parafilias. Ella
tomó aliento y comenzó:
››
Era una noche cálida de primavera hace nueve años, ahí estaba yo nuevamente, en
ropa interior con encaje, salpicada de sangre, fumando uno de mis Benson
mentolados, recostada en la gigantesca cama de un hotel cinco estrellas y al
lado del flácido cuerpo de la última de mis víctimas, sus sesos están
esparcidos en la almohada y, por cómo se siente mi frente, sospecho que también
en mi rostro.
››Realmente
no quiero hacer esto por siempre, sí, al principio esto de seducir hombres
adinerados para luego asesinarlos y hurtar su dinero era divertido, pero quiero
algo más, iniciar un negocio, en específico pienso en un burdel al estilo
europeo, pero no uno común, quiero que sea algo espectacular.
››Me
termino mi cigarro y me desnudo para quitarme de encima los restos de Manuel… ¿cuál
era su apellido?, da igual, lo único que recuerdo es que era bastante sensual,
es por eso que me lo follé antes de matarlo, los feos o viejos apenas
sobreviven más de cinco minutos tras entrar en la habitación.
››Bajo
la ducha sigo pensando en mi burdel
soñado y me convenzo de que sería todo un éxito, hasta donde sé no hay nada
parecido en esta ciudad, desarrollo más la idea, tendría cuartos temáticos, innumerables
vestuarios, cientos de prostitutas de primera, el sueño se desmorona de
nuevo…para un proyecto así necesitaría mucho más dinero del que obtengo con
estos sujetos.
››Salgo
del baño y me miro en el gigantesco espejo que cubre en su totalidad la pared
lateral de la habitación, mido un metro ochenta, mi cabello lacio llega hasta
mi delgada cintura, tengo pechos grandes y firmes que hacen juego con un bien
proporcionado trasero, además de marcados rasgos europeos heredados de mi padre,
no hay necesidad de modestia fingida, soy muy atractiva, podría fácilmente
engatusar a uno de esos millonarios para que se casara conmigo, sin embargo no
es la clase de vida que me interesa y en época asesinar a un esposo no resulta
tan sencillo.
››Quizá
este desquiciado sueño tenga que esperar un poco, si dejo de derrochar en
atuendos costosos, spas y restaurantes de lujo podría conseguir el dinero
suficiente en un año o dos. ¡Ja!... ¿a quién engaño? Amo todas esas banalidades
costosas.
››Pienso
momentáneamente en mi ex, un sujeto adinerado y atractivo, de haberme quedado
con él ahora podría estar asoleándome junto a la piscina en alguna de sus
gigantescas casas. Sin embargo también podría estar en un hospital con las
costillas rotas o gimiendo ante sus duras embestidas, eso era lo único que
hacíamos, pelear y tener sexo violento hasta quedar agotados, fue bueno los
primeros años pero terminé hartándome de todo eso. Decido olvidarme del “hubiera”,
de cualquier forma odio los baños de sol, Zaireth puede quedarse con su agua
clorosa.
››Me
visto nuevamente, tomo la cartera del aquel hombre, su credencial de elector
dice que su nombre es Manuel Rodríguez, me llevo el dinero y su tarjeta de
crédito (conseguí sacarle su pin a mitad de un inmenso orgasmo), antes de irme
le echo un vistazo a la escena, sonrío, la mucama va a tener mucho trabajo por
la mañana.
››Vacío
la cuenta del hombre, tristemente apenas son treinta mil pesos, me deshago de
la tarjeta y regreso a mi hogar, un departamento espacioso de decoración
austera pero bien elegida, limito mis compras compulsivas a ropa, zapatos y
alcohol que siempre deben ser de la mejor calidad.
››Tras
comer y dormir un poco elijo mi look de la noche, una peluca castaña corta, un
ceñido vestido strappless y un par de tacones que me hacen lucir gigantesca en
comparación con las mujeres de esta ciudad.
››Reviso
mi agenda y reafirmo el lugar al que acudiré esta noche, una fiesta de
beneficencia llena de políticos y celebridades, un lugar perfecto para ir a
cazar, por supuesto tendré que elegir a alguien que no esté demasiado en la
mira de la prensa o tendré problemas. Al llegar puedo colarme entre los
invitados gracias a mi físico y un poco de ingenio, comienza la cacería… Me
dedico a descartar a los más famosos, a los acompañados y a los demasiado
jóvenes, por fin encuentro a una buena presa, atractivo, en sus treintas, porta
un reloj bastante caro al igual que todo su atuendo, su aspecto luce muy
trabajado así que comienzo a suplicar que no sea gay…
››Resulta
que no lo es y que es dueño de una empresa multinacional, vuelvo a considerar
la opción de un matrimonio por conveniencia pero sigue sin ser mi estilo, quizá
pueda torturarlo hasta que acceda a hacer una muy buena transferencia de dinero
a alguna de mis cuentas, ya lo decidiré en el hotel.
››Por
supuesto él paga una suite y yo mantengo un bajo perfil, de acuerdo a mi modus
operandi me lo follo antes de comenzar mi verdadero propósito; él resulta ser
bastante agresivo y aunque eso me agrada no lo salvará de una muerte segura, evidentemente
no conseguiré nada de él por las buenas así que extraigo mi .45 de mi bolsa y
lo amenazo. Contrario a lo que imagino él comienza a reírse a carcajadas.
››-¿Crees
que esto es un juego, imbécil? – le digo furiosa y le disparó en el muslo
izquierdo, él sólo se ríe más fuerte aun cuando comienza a sangrar. Mi ira
aumenta y le disparo en el abdomen, él toca la sangre brotante sin dejar de
reír, me exaspero y le disparo en la cabeza, él cae al piso y me acerco para dispararle dos veces más
esparciendo sus sesos por el suelo. Demasiado frustrada busco su cartera en sus
pantalones que habían quedado en el suelo sabiendo que tendré conformarme con
el dinero que encuentre ahí, dudo que sea mucho, ya nadie carga con efectivo.
››-
Liss… Liss… Liss…- volteo alarmada al ver que aquel hombre está detrás de mí,
salpicado de sangre pero sin marcas de bala - ¿No deberías asegurarte de que tú
víctima está muerta antes de husmear en sus pertenencias? – no podía explicarme
lo que sucedía… ¿cómo seguía vivo? ¿De verdad era el mismo hombre? Miro detrás
de él confirmando que no había ningún cuerpo en el suelo. Tengo tantas incógnitas que resolver y sólo puedo
formular la más estúpida de ellas.
››-
¿Cómo sabes mi nombre? – él no me lo había preguntado en toda la noche y yo
tampoco me había molestado en decírselo.
››-
¿En serio es lo que vas a preguntarme? ¿Nada acerca de cómo saqué esto de mi
cabeza? – Pronunció divertido mientras
mostraba tres balas sobre su palma – te conozco Liss, te he vigilado desde hace
tiempo, aun antes que comenzaras tu pequeña carrera criminal, me agrada tu
forma de pensar.
››-¿Quién
eres? – a pesar de la extraña situación recupero la compostura, por supuesto él
no era un ser humano pero tampoco quería dañarme o ya lo habría hecho.
››-Eso
no es importante sino lo que viene a ofrecerte, la oportunidad de cumplir tu
anhelado sueño.
››-
El burdel… - pronuncio enseguida, la sonrisa en su rostro me indica que estoy
en lo correcto - ¿a cambio de qué?
››-Dolor,
sufrimiento, muerte, tú eres una experta en ello.
››-¿Entonces
me construirás un burdel sólo por seguir asesinando?
››-Yo
no haré nada, mientras más dolor y malicia traigas a este mundo el burdel será
más grande. ¡Imagínalo Alyssa! – mi mente se llena de vívidas imágenes de
personas realizando orgías en una elegante estancia, cientos de cuartos de temáticas
tan diversas desde un circo hasta un cementerio, habitaciones repletas de
seductoras mujeres preparándose para complacer a los ansiosos clientes y un
gran escenario con un espectáculo digno de un teatro parisino, era tan real que
podría jurar que había estado ahí, seguramente aquel ser estaba jugando con mi
mente, pero aun así la propuesta es sumamente tentadora.
››-Bien,
acepto el trato.
››-En
ese caso necesito que cometas tu primer asesinato para mí –dice entregándome el
revólver.
››-Claro,
¿a quién tengo que matar?
››-A
ti misma. – la respuesta me sorprende, aquello no tiene lógica alguna. Pienso
en cómo las balas no lo dañaron a él y en lo poco que puedo perder. Respiro
hondo, abro la boca, apunto hacia arriba y jalo el gatillo. Pierdo la
conciencia.
››Cuando
despierto, reencarno o lo que haya sucedido, estoy en el lugar que había visto
en sueños, es mucho más pequeño pero es el mismo sitio sin duda alguna.
››-Este
lugar es tuyo Alyssa, para disponer de él como gustes, irás descubriendo que es
un buen negocio inicial y que mientras cumplas con nuestro trato crecerá ilimitadamente,
de lo contrario irá derrumbándose poco a
poco, todo depende de ti.
-
Entonces… ¿eso es lo que pasa? ¿Todos son inmortales en el burdel? Pero… ¿y los
clientes?
-No
somos inmortales Jennifer, ya estamos muertos, somos una especie de… súcubos e
íncubos, por decirlo de alguna forma, mientras el lugar se alimenta del dolor y
la muerte, nosotros nos alimentamos del placer, ya sea propio o de los
clientes. Es por eso que nombré este lugar “El burdel de las parafilias”,
mientras más retorcido e intenso sea el placer que provocamos, nosotros nos
fortalecemos. Con respecto a los clientes, tenemos la facultad de revivirlos y
restaurar su cuerpo, aunque no lo hacemos del todo ya que conllevaría un gasto
mayor de energía del que obtenemos de ellos, por lo tanto les quedan unas
cuantas secuelas, pero nada que resulte intolerable.
-
De acuerdo…pero ¿yo qué tengo que ver en todo esto? ¿De qué podría servirte mi
ayuda? Por lo que veo el burdel ya es lo suficientemente grande y debes tener
suficientes clientes para mantenerlo así.
-
Claro que hay muchos clientes, cientos de ellos, pero sólo un mínimo de ellos
son violentos o sumisos, quiero que crees espectáculos para que les muestres el
erotismo en la sangre, que dejen de lado su temor y se aventuren a probar lo
que han visto en escena, que golpeen, torturen y maten para luego volver y
pedir hacerlo de nuevo. Eso es lo que necesito, lo que necesita el burdel para
no volver a ser una pocilga. Así que, ¿qué me dices?
-¿Crear
espectáculos gore para alimentar a un lugar sediento de muerte y a un montón de
súcubos?, me parece bien ¿dónde firmo? – no había rastro de sarcasmo en la voz
de Jennifer, ella de verdad ansiaba ese empleo.
-Bueno,
tendrás que hacer algo más que firmar, eres una chica lista, supongo que ya te
lo imaginarás… - en efecto, Jennifer lo había deducido antes de que Alyssa le
pusiera el revólver delante; lo tomó, apuntó directo a su sien derecha y
disparó.
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Definitivamente ese había sido el momento más
desagradable de la entrevista, aunque no recordaba haber sentido dolor alguno
el terror psicológico fue suficiente, aunque ahora que estaba muerta no notaba
ninguna diferencia, la comida sabía igual, su cuerpo se sentía igual, nada
parecía haber cambiado y muchas veces se preguntaba si de verdad había
fallecido, pero nunca le daba mucha importancia.
Volvió al presente, tenía que terminar su proyecto para
el show de la próxima semana y su mente estaba completamente en blanco, miró la
hora y se rio histéricamente con su vocecilla aguda, para ese momento Alyssa
estaría terminando con otra entrevista y tendría que acudir a su cita con el
cliente que la solicitó en su fantasía. Moriría – otra vez – por ver su
reacción cuando aquel hombre entrara a la habitación, aunque sería aún mejor
presenciar el castigo que le propinará por su osadía.
ALYSSA ROMANOVA
Finalmente había terminado la entrevista con aquella
chica pelirroja de enorme frente que resultó ser hija de Nacho Sixxx y ahora caminaba
como un condenado a muerte hacia la habitación 205. Susurraba palabras
obscenas, injuriaba todo lo existente y sobretodo profería maldiciones a su
estúpido eslogan acerca de cumplir CUALQUIER fantasía. Ahora tenía que andar
por el burdel como si fuera otra de las prostitutas con los pechos a punto de
escaparse de ese diminuto vestido que el cliente había elegido personalmente,
al menos agradeció no haber recibido instrucciones de cómo debía comportarse. Pero
claro, esto se ganaba por dejar que Jennifer hiciera las entrevistas mientras
ella se tomaba su primer día libre en cinco años, quizá hasta ella lo había
sugerido, pero ya se las vería con esa pequeña mujer cuando terminara con ese
suplicio.
Al llegar a la habitación se colocó el velo de monja
que le habían indicado usar y entró, la luz amarillenta le dio directamente en
el rostro, era una réplica exacta de una parroquia que ella conocía bastante
bien, apenas podía resistir salir de ese lugar para encontrarse con su fachada
gótica horriblemente pintada de naranja. Desde entonces supo que aquello sólo
empeoraría cada vez más.
Infantil gimoteo se escuchaba a pesar de que no
había otra persona en la pretendida iglesia además de una joven de cabello
corto sentada en la primera banca del lado derecho del altar. Odiaba el
sentimiento de claustrofobia y deja vú
que le causaba aquel lugar, decidió sentarse en una de las bancas y
esperar.
Repentinamente escuchó la puerta abriéndose, no
quiso voltear, no sentía ninguna prisa por conocer a aquél hombre, los pasos se
acercaban cada vez más y la inquietó su caminar y su aroma, supo quién era
mucho antes de mirarlo, alzó la mirada hacia el altar sólo para confirmarlo con
terror, los grandes ojos ámbar y los carnosos labios torcidos en una sonrisa
perversa que mostraba unos enormes dientes afilados, era el hombre que más
había amado y odiado en su vida, Zaireth, disfrazado como un sacerdote.
Únicamente pensó salir del lugar enseguida, corrió
hacia la puerta pero al intentar abrirla recordó que nadie puede dejar las
habitaciones hasta que el cliente lo deseé. Mientras ella estaba abstraída en
sus pensamientos, Zaireth se había quitado el cíngulo, se acercó sigilosamente
a ella y lo ató fuertemente alrededor de su cuello asfixiándola, la condujo
hasta una pileta de agua bendita y le sumergió el rostro en ella, al verla
inclinada no pudo evitar subir su diminuto vestido comprobando que no llevaba
ropa interior, mirar ese hermoso trasero y aquella vagina perfectamente
depilada lo excitaban demasiado, pero debía ser paciente, aún tenía muchos
planes por realizar así que tomó un crucifijo de madera y lo introdujo
violentamente en aquella cavidad, Liss se retorció de dolor, pues el Cristo
metálico en él estaba rasgando su vagina y además se quedaba sin oxígeno.
Zaireth estaba distraído mientras la penetraba con
aquel trozo de madera así que la europea consiguió golpear su entrepierna, alzó
su rostro empapado y respiró convulsivamente, buscó en el suelo su candelabro y
volvió a empuñarlo, mientras él seguía retorciéndose de dolor pateó su cabeza
derribándolo y lo golpeó nuevamente con el porta velas, normalmente lo hubiera
seguido golpeando hasta escuchar su cráneo romperse, pero por alguna razón no se
atrevía a matar a ese hombre, era una estupidez ya que luego podría revivirlo…
Antes de que pudiera realizar algún movimiento, un
enorme puño golpeó su rostro interrumpiendo sus pensamientos, mientras estaba
aturdida Zaireth le ató las muñecas a la espalda y la cargó hacia las bancas,
la ató a una de estas incluyendo su larga cola de caballo para que mantuviera
la cabeza en alto y volvió a colocarle el velo húmedo.
El apócrifo sacerdote condujo a la chica que había
visto Alyssa hacia el altar, así pudo verla bien, era una chica con uniforme de
escuela católica, el cabello castaño le llegaba hasta los hombros y le cubría
el rostro parcialmente, Liss sabía bien quien era, la había visto miles de veces
pero no sin un cristal de por medio, era ella misma, quince años más joven. Con
su trabajo creía que ya no le sorprendería nada, pero nunca se habría imaginado
algo como esto, le parecía increíble aún para el burdel, quiso correr hacia la
chica para comprobarlo pero lo único que consiguió fue dañar sus muñecas con
las cuerdas.
-¿No
es hermosa, Liss? Una pequeña de doce años aún incorrupta, inocente y virginal,
dijo él mientras desabotonaba el suéter de la colegiala y bajaba el cierre de
su pequeño vestido gris hasta dejarlo caer al suelo, dejando a la chica apenas
con una ligera blusa blanca que se transparentaba.
Liss forcejeaba en su banca mientras veía como
aquella chica tímida temblaba de terror, había visto miles de asesinatos y
cometido personalmente un centenar, sin embargo verse a sí misma siendo
ultrajada era vivir un horrible flashback y sólo quería que terminara. Zaireth
la despojó de su blusa y se la arrojó a Alyssa, le retiró la ropa interior con
torturante lentitud dejándola indefensa y desnuda.
-Mírala
Alyssa, su hermoso e inmaculado cuerpo, ¿lo recuerdas? Yo sí, bastante bien –
dijo mientras acariciaba a la angustiada chica cuyas mejillas brillaban húmedas
por sus lágrimas, besó suavemente su hombro mientras pellizcaba uno de sus
pezones, ella comenzó a gimotear de terror cuando él bajó la mano hasta su
pubis. Liss estaba cada vez más desesperada, no quería revivir aquel momento, quería
asesinar a aquel hombre.
-Oh
no te preocupes, no voy a corromperla a ella también.
Tras pronunciar aquellas palabras la ató a la
gigantesca cruz que se encontraba debajo de él y extrajo un martillo y varios
clavos de al menos diez centímetros de largo, tomó el primero de ellos y lo
clavó sobre la muñeca izquierda de la chica, el sonido del metal atravesando piel
y hueso resonó por el lugar así como un escalofriante grito de dolor, el
sacerdote repitió el proceso con la otra muñeca, la versión adolescente de Liss
lloraba y suplicaba por su vida agitándose tan sólo consiguiendo que más sangre
brotara de su muñecas.
El hombre se arrodilló frente a ella casi
fervorosamente, tomó otro clavo, lo posicionó sobre uno de sus frágiles
tobillos y martilleó fuertemente rompiendo el hueso, el otro tobillo cedió más
fácilmente. La voz de la pequeña Liss se había reducido a un susurro agónico.
Zaireth la miró con lujuria, introdujo su lengua en la boca de la chica
mientras acariciaba su clítoris con movimientos circulares y con otro dedo
recorría la entrada de su vagina que comenzaba a humedecerse.
-¿Lo
ves, Alyssa? ¡Lo está pidiendo a gritos! A pesar del dolor y el temor ella sólo
puede pensar en sexo. Pero no, ella no lo tendrá, nunca.
De nuevo buscó bajo el altar encontrando unas
tijeras largas y delgadas, se acercó a la chica con ellas deslizándolas desde
el pecho incipiente de la chica hasta su monte de venus provocándole un visible
escalofrío. Separó sus labios vaginales dejando expuesto aquel pequeño bulto
carnoso que era su clítoris y lo cortó de tajo provocando un sangrado inminente
además de un nuevo aullido de dolor.
Liss no sabía si se trataba de la impresión ante tal
espectáculo o si realmente tenía una conexión con su versión adolescente pero
había sentido el frío de las tijeras en su propia vagina y el horrible dolor
punzante cuando se cerraron.
Zaireth puso uno de los largos portavelas sobre el
fuego de un cirio y contempló a la chica mutilada desaprobadoramente.
-Esto
está muy mal…me parece demasiado profano representar a Cristo con una mujer,
tendremos que arreglarlo. – dijo obsequiándole a Alyssa una de sus tétricas
sonrisas en las que retraía sus labios dejando completamente al descubierto sus
enormes e inhumanamente afilados dientes. Viró hacia la crucificada y mordió
con fuerza uno de sus pechos hasta que le arrancó un gran trozo de piel para
luego escupirlo sobre el altar, la chica chilló de dolor mientras abundante
sangre chorreaba de su pecho izquierdo. El sacerdote aún mostraba su sonrisa
teñida de escarlata y siguió con su tarea, rasgando los pequeños senos hasta
que quedaron convertidos en jirones rojizos.
–
No, esto sigue estando mal… - inmediatamente tomó las tijeras y caminó
rápidamente hasta el confesionario. Abrió una de las puertas y dentro de ella
encontró a un pequeño monaguillo rubio realizándole un felattio a un obeso y calvo sacerdote, Zaireth pateó al
niño, cortó el pene erecto del hombre y empujó la puerta del confesionario sin
importarle el clérigo que intentaba desesperadamente contener el flujo de
sangre.
-Ah,
padres pederastas, son tan fáciles de encontrar.
Tomó con precaución el porta velas cuya punta estaba
ya al rojo vivo, colocó el miembro cercenado sobre la chica y fundió la carne
con el metal caliente, ésta siseo un poco y se ennegreció ligeramente pero
quedó bien adherida.
Al hombre seguía sin satisfacerle la decoración. Regresó
al confesionario encontrando al pequeño niño llorando fuera de él, lo cargó y
lo llevó hasta el altar, le quitó su hábito descubriendo que no llevaba nada
debajo. Era un hermoso niño de ocho años, de cabellera rubia y grandes ojos
azules, resultaba perfecto para lo que planeaba. Tomó las tijeras y las clavó
en la unión entre el cuello y su espalda desplazándolas hacia abajo mientras el
niño forcejeaba inútilmente. Tuvo que repetir el procedimiento hasta que la
herida fue lo suficientemente profunda, separó piel y músculo hasta dejar
expuestas las costillas y pulmones, introdujo una mano en el cuerpo del infante
extrayendo estos, causándole una inminente muerte. Colocó el cuerpo inerte sobre
el altar y con ayuda del martillo fue aplastando las costillas con cuidado de
no romperlas, deformándolas hasta que sobresalieron de su espalda dándole la apariencia de alas
hechas de hueso, al terminar le puso una cuerda alrededor del cuello y lo colgó
de un ostentoso candelabro, con aquella iluminación lucía como un macabro
querubín.
Nuevamente vislumbró la escena, se alejó unos pasos
para contemplarla en su totalidad, el Cristo transexual y el querubín de las
alas óseas, quedó complacido, ahora era tiempo de la comunión. Desató el nudo
que mantenía a Alyssa en la banca y la cargó sobre su hombro derecho para luego
depositarla sobre los senos extirpados de su versión adolescente, pasó la
cuerda que aún sostenía sus muñecas por debajo del altar y la anudó en sus
tobillos; con la cuerda sobrante ató sus rodillas a los extremos del mueble
para que mantuviera las piernas separadas.
Debajo del altar se encontraban un cáliz con
vino y unas ostias, fingió consagrarlas
frente a Liss, remojó una de ellas en vino y la introdujo en su vagina, el vino
tinto le causó un ligero escozor que olvidó cuando ese hombre empezó a lamer su
clítoris lentamente, los lengüetazos se transformaron en ligeras succiones y
pequeñas mordidas que lograron que ella gimiera de gozo aún contra su voluntad.
El hombre derramó vino sobre el manjar que degustaba provocándole un ardor a
Alyssa que no hacía más que excitarla más, Zaireth introdujo su lengua en aquella
vagina encontrando la ostia empapada de vino y líquidos vaginales, aquella
combinación le pareció exquisita.
Resistirse a penetrarla era imposible, se quitó la
sotana dejando al descubierto su gran miembro y lo introdujo dentro de la dueña
del burdel, ella clamó de gozo y él de inmediato sintió aversión, aquello no
era para el deleite de ella, si no el suyo. Buscó las tijeras y las clavó en el
abdomen de Liss deslizándolas hasta su pubis, haciendo que la sangre derramada
se mezclara con el vino en el cáliz mientras los gritos de dolor de la europea
resonaban por la iglesia.
Él penetró nuevamente a la mujer, vertió un poco del
vino adicionado con sangre sobre sus labios que apenas seguían moviéndose y
derramó el resto sobre su propio cuerpo, animado al ver su cuerpo con aquel
elixir rojizo introdujo las manos en la nueva cavidad que había creado
presionando los órganos internos de la mujer alrededor de su pene mientras
empujaba con más fuerza, la presión de sus manos y la sensación suave y tibia
de aquellas entrañas rozando su miembro era algo inigualable por lo que no
tardó en correrse dentro del cuerpo apenas con vida de Liss.
Alyssa sólo podía pensar en una persona mientras su
cuerpo era profanado y no se trataba del hombre sobre ella, sino en la chica
que había permitido que eso sucediera…
Jennifer por fin había terminado con la cursilería
que le había sido encomendada y estaba adhiriendo el boceto junto a sus dos
anteriores trabajos cuando su puerta se abrió de pronto, apenas alcanzó a
distinguir a Liss furiosa sosteniendo un hacha antes de que el arma cayera
sobre uno de sus brazos separándolo de su cuerpo. Antes de poder preguntarle
algo a su jefa ella volvió a atacarla, el hacha golpeó sus piernas, su abdomen,
manchándolo todo de rojo hasta que el arma golpeó directamente su cabeza partiéndola
en dos hasta la mandíbula. La matrona liberó el hacha del cráneo con ayuda de
sus tacones y dejó una nota en el restirador ensangrentado:
“Cuando te regeneres limpia las habitaciones de los
coprófilos y pasa a mi oficina. Alyssa Romanova”