martes, 21 de febrero de 2023

CUCK

 


Uno nunca olvida a la diosa que te hace encontrar el sentido de tu existencia, para mí fue Marianne. Contando con un microscópico pene que apenas podía recibir ese nombre esperaba morir siendo uno de esos célibes involuntarios, sin la misoginia de por medio. Pero Marianne vio el potencial en mí, me aceptó como su pareja a pesar de mi deplorable apariencia y cuando descubrió mi condición me sobajó con los insultos más humillantes, aquello dolió deliciosamente y supe que necesitaba más.

 Tras unos meses de relación me enteré de que me engañaba, no podía con la excitación, le pedí que me contara con lujo de detalle sus aventuras y que enunciara porque esos hombres eran superiores a mí; me habló de sus miembros colosales y de cómo apenas podía sentir la miserable burla entre mis piernas cuando intentábamos tener relaciones, me encontraba eufórico.

Por desgracia a ella no le entusiasmó de la misma forma la situación, y aunque le aseguré que no interferiría en sus relaciones con otros hombres, todo lo contrario, no pareció convencida y me dejó.

Con el tiempo descubrí que no era el único que gozaba de aquella forma si no que había una gran comunidad de hombres beta dispuestos a apoyar a sus esposas y novias en la búsqueda de su satisfacción con otras parejas sexuales.

La búsqueda de una hotwife fue un proceso arduo pero fructífero, al conocer a Alexandra supe que era la indicada, desde que miró mi diminuto pene no ocultó su desagrado y decepción, y cuando le propuse que buscara hombres mejor dotados sus ojos se iluminaron y no titubeó en hacerlo.

Al principio sólo me contaba sobre sus gigantescos miembros y como le proporcionaban un deleite que yo jamás podría darle, después accedió a enviarme videos de sus profusos encuentros, los primeros planos de su exquisita vulva siendo penetrada por falos monstruosos me ocasionaban tal lubricidad que me masturbaba hasta quedar exhausto.

Comprendí que Alexandra merecía coger con verdaderos hombres y que el único placer que le ocasionaba mi minúsculo apéndice era cuando lo ponía en castidad y golpeaba mis testículos, yo estaba dispuesto a apoyarla en sus necesidades y sobre todo a obedecerla.

Un día me atreví a pedirle que me dejara acompañarla a algunos de sus encuentros, ella accedió gustosa sabiendo que podría humillarme frente a esos machos alfa, aquello fue la cúspide de mi placer, disfruté de sobre manera verla gritar obscenidades mientras una verga gigante la llenaba por completo, cuando un alfa la llenaba de su abundante esperma ella me permitía lamerlo de su vapuleada vulva.

La he visto coger con incontables personas, he sostenido su mano mientras pide que la penetren con mayor fuerza, lamido su clítoris mientras la embisten para luego recibir el semen de algún alfa en el rostro, pero mis momentos favoritos son cuando tres o más hombres se la follan bestialmente, utilizando cada una de sus cavidades mientras ella voltea los ojos de tan inmenso placer.

Me han preguntado porque encuentro placer en ser humillado y yo siempre contesto con otra interrogante, ¿por qué tú no?



viernes, 11 de noviembre de 2022

Nuevo libro "Lotería del Caos vol. II"

 Perversos, ya comenzó la preventa de esta antología de terror en la que participé con dos relatos inéditos, junto a otros talentosos escritores.


El lanzamiento será el 23 de noviembre, habrá una presentación en el Centro Cultural Elena Garro a las 7 p.m. Ese día los libros estarán en su costo normal de $300, así que les recomiendo aprovechar el precio de preventa.




miércoles, 13 de enero de 2021

La belleza de la destrucción (parte 2)

 Dedicado para Xanat Ornelas, gracias por tu apoyo durante todos estos años


Salimos de su salón tan sigilosamente como entramos, por desgracia lo hicimos en el mismo momento en el que terminaba una clase y fuimos descubiertos por al menos 20 personas, eso destrozaba mi plan de asesinarla en la escuela. Más aún porque Angélica comenzó a referirse a mí como su novio en cada red social existente.

Nunca supe si Angélica tenía una exagerada necesidad de atención o una reciente relación fallida que deseaba olvidar, pero se esforzó demasiado para que todas las personas que le conocían supieran que estaba en una relación, mandando toda la discreción al carajo.

Claro que decir que teníamos una relación era una exageración, pues nuestros encuentros eran únicamente sexuales, jamás hubo algún contacto entre nosotros que no se tergiversara en algo perverso en segundos. Fueron incontables los lugares profanados con nuestros cuerpos desnudos, me atrevo a afirmar que no había límites para ella. No puedo negar que gocé mucho mis instantes con ese bello ángel, tanto que hubo ocasiones en las que traté de abandonar mis fantasías homicidas, quise disfrutar el tiempo a su lado, pero las imágenes de ella destazada y sangrando se transponían a su belleza.

Fue un año de completa tortura y estrés, quizá fue aquello y el exceso de cardio lo que me llevó de ser un saludable hombre de veintidós años a transformarme en un esqueleto decrépito pues durante aquel año perdí casi quince kilos.

La misma habilidad que ella poseía para transformar las actividades más burdas en algo sexual - ir al cine, andar en transporte público, jugar videojuegos, cocinar – yo la tenía para transformarlas en una escena de crímen.

Mientras ella me hacía una felación en una alberca durante un viaje que realizamos, yo me imaginaba estrangulándola con mis piernas, sintiendo como forcejeaba por la falta de aire hasta que por fin dejaba de moverse, me corría en sus labios muertos y por fin dejaba salir a flote su rostro ligeramente azulado, deformado, con una mueca de muñeca inflable.

La eyaculación fue real y cuando salió a flote de verdad, me miró molesta, me escupió una gran cantidad de semen en el rostro y tras soltar una carcajada se alejó nadando.

Esa actitud juguetona no ayudaba, verla riendo o gimiendo de placer mientras imaginaba torturarla me hacían creer que quizá ella lo deseaba. Su masoquismo apoyaba esa idea, pues cada vez le pedía que la tratara con mayor rudeza, gemía como posesa cuando la azotaba hasta dejarle las nalgas moradas y podía alcanzar un orgasmo si la mordía lo suficientemente fuerte. Verla llena de pequeños moretones y un rostro de éxtasis era una imagen recurrente.

Sus peticiones sexuales se volvieron cada vez más intensas y me resultaba complicado no destrozarla en el sentido literal. Claro que deseaba hacerlo, pero no quería terminar preso; los novios siempre son los primeros sospechosos y con buenas razones.

Llegué a mi límite el día en el que me invitó a entrar furtivamente a su habitación y me pidió que le hiciera pequeños cortes en los muslos, muy cerca del pubis y que lamiera su sangre. Hice un esfuerzo descomunal para resistir el impulso de atravesarle la pierna, le hice una ligera incisión, fascinado con la línea punteada de sangre que iba apareciendo, sentí enseguida como mi cuerpo bombeó sangre hacia el apéndice que controla todas mis acciones. Angélica gemía y se tocaba el cuerpo desnudo visiblemente excitada, no pude evitar fantasear, me vi apuñalándola en las piernas, el abdomen y sobretodo en el rostro, hasta convertirla en un montón de jirones rojizos.

El grito agudo de Angélica me sacó del ensimismamiento, abrí los ojos y vi que le había hecho una gran herida en la pierna de la que brotaba abundante sangre. Ella lucía confundida, como tratando de decidir si sentía excitación o miedo. El padre de Angélica no tardó en acudir corriendo a la habitación, intentando abrir la puerta, que por fortuna se encontraba cerrada con seguro.

Escapé por la misma ventana por la que había ingresado y a pesar de un mal aterrizaje pude huir sin ser descubierto. No podía dejar de pensar en el elixir rojizo desbordándose, aquella laceración incitándome a seguir arrancando su dermis y frotarme contra la carne viva.

Caminé hacia el parque de nuestro primer encuentro y me senté en la misma banca de aquella noche, mezclando los recuerdos con los homicidas deseos que se habían despertado en mí. La imaginé follándome bañada en sangre, embebiéndome de ese exquisito y viscoso líquido. No pude evitar masturbarme en ese mismo momento, con tanto ahínco que podría parecer que era mi cuerpo el que deseaba desollar, sentí como mi simiente era expulsada de mi cuerpo con fuerza y abrí los ojos para encontrarme con el rostro horrorizado de un niño no mayor a 10 años que soltó un grito agudo.

Me resultó irónico que me arrestaran por un crimen que no había cometido, después de perder la oportunidad de cometer uno real. Sin embargo, ser privado de mi libertad y tratado como un pederasta me hizo reconsiderar mis fetiches bestiales, fueron seis largos meses encerrado tras mi condena por “exhibición obscena ante un menor”, medio año de intimidación y golpizas constantes que lograron quitarme aquella tentación de asesinarla, si durante aquel tiempo había sido un infierno, no quería ni imaginar tener que soportarlo por años. No era un Ted Bundy ni un Ed Kemper, no tendría ni idea de qué hacer con
el cadáver y quizá tampoco con la culpa.

Cada día que pasaba encerrado me era más fácil desprenderme de la idea y me parecía increíble haberlo deseado en primer lugar. Me prometí que al salir del encierro no volvería a buscarla, y si ella se había enterado de porque había sido arrestado seguramente tampoco querría saber nada de mí; considerando que jamás acudió a visitarme asumí que así era.

Cuando por fin me liberaron y me devolvieron mis cosas pude ver que Angélica se había cansado de buscarme tras un par de semanas, me sentí aliviado. Mi madre, que por alguna razón creyó en mí, me informó que nunca dejó de pagar la renta y los servicios de mi departamento así que podía volver a él y fingir que todo estaba de vuelta la normalidad por un par de días. Ya vería como resolver mi situación con la universidad.


viernes, 17 de abril de 2020

Calaverita a Creepypasta Latino

Escrito que hice hace varios años para mis compañeros de Creepypasta Latino, debido a la temporada de día de muertos.




La Catrina escuchó rumores
de un lugar lleno de horrores
-Su nombre es Creepypasta Latino.-
le dijo un argentino

Hablan de fantasmas, monstruos y muerte,
se están metiendo con tu fuerte,
debes con ellos hablar,
o tu trabajo van a ridiculizar.

Indignada llegó a las oficinas la huesuda,
al verla, Tania se quedó muda
y sin previo aviso
le estrelló la cara contra el piso.

-Por qué el ruido? Carajo!
fueron las últimas palabras de Oblivion
antes de que su cuello fuera cortado de tajo.

Con su vestimenta ensangrentada
la Catrina miró a Iris y se quedó encantada
iba vestida de Lolita
"Esta me la quedo para mi solita"
le dio somníferos en un taco
y rápidamente la metió en un saco.
Eru miró todo como un voyerista
hasta que la muerte lo golpeó con una figura budista.

A † lo encontró leyendo una novela
-Usted se ve hermosa bajo la luz de esa vela
pronunció él cautivado
ella le destrozó el cráneo con un bote de helado.
-Ni con halagos de mi castigo te librarás. -
dijo ella mordaz.

A Joy la descubrió viendo porno
la cargó y la metió al horno
su cuerpo olía deliciosamente
y la muerte la comió velozmente.

-Ave de fuego muéstrame si eres tan ardiente
-Te puedo asegurar que la gente no miente.
Siluú y Phoenix coqueteaban
una sierra eléctrica a través de sus entrañas no esperaban.

La Catrina caminó sobre un riñón
y vislumbró a Mayiru jugando con un muñón.
-Insolente! Acaso te divierte la muerte?
-No, sólo soy de estómago fuerte.
La muerte atravesó su abdomen con su huesuda mano
extrajo su estómago y vio que era como el de cualquier humano.

Miss Strange y Lady Astrid sus disfraces terminaban,
la muerte no tenía ni idea de que simulaban,
de Hannibal Lecter y choriniño ataviadas estaban con emoción
hasta que la catrina les clavó tijeras en los ojos acabando con su visión.

Kiroz y Bafometh como siempre peleaban
sobre su virilidad de nuevo conversaban
la Catrina quiso el conflicto solucionar
así que a los dos tuvo que castrar.

Buscó por el resto del lugar
pero a Fairuza y Hazuu no podía encontrar
volvió a donde antes había estado
y vio una escena que a cualquiera habría asqueado.

Fairuza el cadáver de Siluú ultrajaba
llena de sangre y tripas se encontraba
y mientras lamía un putrefacto ojo
la muerte le lanzó un extintor con enojo.

Estaba complacida, sólo uno más y acabaría
pero a Hazuu nunca atraparía,
lo supo cuando una nota vio en el refrigerador
"Me voy de vacaciones, dejo a Kiroz como su organizador
con cariño Hazuu, su atormentador"

La Catrina frustrada al panteón volvió
y lo que ahí encontró le sorprendió
pues todos los espíritus de Creepy Latino
danzaban alegremente y sin desatino,
ellos amenazaron a la huesuda son una fiesta sin final
si desde ultratumba no los dejaba administrar,
ella aceptó sus condiciones
con tal de Kiroz ya no escuchar más canciones.
Así las oficinas de CPL ahora tienen una nueva ubicación
con mucho cempasúchil y esqueletos por decoración.

martes, 24 de marzo de 2020

Memorias - Julio 2007 (fragmentos)


11:45 p.m. 10/Jul/07
Ah, de nuevo fumando a escondidas, a decir verdad hace mucho que no lo hacía, pero hoy un par (¿tal vez 3?) vicios pasados regresaron a mí. ¿Es la satisfacción de saber que lo tengo prohibido o es que realmente esos vicios me proporcionan algún otro tipo de placer?
Por la notoria e intencionada mancha de sangre aquí adjunta no es difícil deducir que el otro vicio es marcar mi piel, que igualmente había abandonado desde hace ya bastante tiempo, ¿2 meses? ¿3 tal vez? No podría saberlo a ciencia cierta.
¿Y el 3er vicio? ¡Ah!, el más patético de todos y es la vergonzosa necesidad de tener a mi lado a cierto hombre, sí, hombre, pese a su eterna mentalidad de adolescente ya no lo es. Un hombre idiota, manipulable, carente de cordura pero irremediablemente irresistible y muy útil.
Ya no sé a cual de mis deficiencias mentales adjudicar estos vicios. Tal vez se deba a la bipolaridad o tal vez el mundo tenga razón y sólo quiero llamar la atención.
12:10 a.m.



Memorias - Mayo 2007 (fragmentos)


                  10:35 a.m. 13/May/07
La última semana fue bastante aburrida, pero no pesada. Definitivamente mis ideas no estaban en orden y me encontraba muy perdida. Tendré la osadía de culpar a mis medicamentos.
Ayer nuevamente vagué por las calles sin compañía alguna y sin destino, esta vez no me pareció tan entretenido.
Estaba buscando un lugar tranquilo y desolado donde escribir, pero fue una misión fallida puesto que todos los lugares me parecieron demasiado ruidosos.
Aún así logré inspirarme un poco bajo la agradable y tenue luz de la luna.
Ahora tengo ganas de leer todo acerca de vampiros, cada cuento, libro, cada teoría, cada mito. Devorarlos hasta saciarme, pues esta hambre de conocimiento amenaza con destruirme si no se le complace.
Esta ansiedad me carcome y sólo quiero correr ya a buscar tan exquisitos textos literarios, serían mi escape de este mundo tan plástico, tan comercial…
Vuelven a mí las ideas de que no pertenezco a esta época, a este lugar. 
10:55 a.m.



2:35 p.m.   20/May/07
Como siempre, el aburrimiento me lleva a divagar, desde el porqué de tan intenso frío cuando el día luce tan soleado al significativo y destructivo paso de los humanos por el mundo.

Aunque tal comentario, ahora que lo medito, sólo se refiere a la mayor parte de los humanos, pues aquella minoría de poetas, pintores y músicos es lo que justifica nuestra absurda existencia.
Tan sólo ellos pueden salvarnos de la idiotez y vulgaridad para adentrarnos en sus mundos de belleza y fantasía tan alejados de la burda realidad.
Pero no he vuelto a la escritura para hablar de esos seres celestiales, si no por temas más terrenales, en sí el que más me aqueja en este momento: el desesperado intento de volver a lo que un día casi logro ser.
Y el problema radica en que pase a que algunos días lo deseé con fervor y locura, otros tan sólo desecho la idea inmediatamente. Nunca he podido comprender el porque de esta doble personalidad que no hace más que perturbarme cada día más.
Como siempre, he de seguir la voz de mis instintos y procuraré recuperar mi antiguo ser.
2:55 p.m.




miércoles, 29 de enero de 2020

La belleza de la destrucción (parte 1)



¿Alguna vez han estado frente a la presencia de algo tan hermoso que sólo puedan pensar en destruirlo? Sé que han vivido algo similar; ver a un bebé regordete y querer estrujarle las mejillas con fuerza, o amar tanto a alguien que quieres abrazarlo hasta que cada uno de sus huesos truene, ¿lo ven? Ahora no parece tan descabellado.
Amamos destruir la belleza y yo, Iván Zuleta, jamás he visto algo tan hermoso como el rostro de Angélica, un rostro redondeado en el que resaltan unos labios muy carnosos, sus castaños son tan expresivos que jamás pueden ocultar sus emociones, ya sea tristeza, alegría o su tan acostumbrada lascivia. Cada vez que miro aquel rostro perfecto sólo puedo pensar en destrozarlo de tal forma que resulte irreconocible.
Probablemente ya habría cumplido mi deseo si no fuera por mi maldito libido, aquel que me llevó a una relación de un año con ella. No fue algo que haya planeado, no es como si hubiera dicho “Hola, me encantaría pisotear tu cabeza hasta que tu cráneo reviente, ¿quieres ser mi novia?”. A pesar de lo mucho que desconfío a veces de su instinto de supervivencia, dudo que hubiera aceptado. La situación fue bastante peculiar pero no de aquella manera.
 La primera vez que la vi fue en la universidad a la que ambos asistimos, jamás había estado enamorado y jamás había deseado asesinar a alguien, así que me tomó un tiempo descifrar lo que despertaba en mí esa chica. Me bastó con frecuentar los mismos sitios que ella en la escuela para escuchar su nombre, Angélica Vidal, y con eso pude encontrarla en todas sus redes sociales. Por fortuna es una de tantas personas que disfrutan compartiendo cada aspecto de su vida en ellas. Instagram es el paraíso de los voyeristas.
Basándome en numerosas fotografías en las que Angélica no dudaba en compartir su ubicación cada vez que salía y en los objetos que podían verse fuera las ventanas de su casa en sus múltiples selfies, pude ubicar perfectamente la zona en la que vivía. Me pareció adecuado asesinarla cerca de esa área, pues si lo hacía cerca de la universidad era más probable que sospecharan de un compañero o maestro.
Estudié su rutina por semanas, me sorprendió saber que sus precauciones de seguridad eran nulas, casi siempre regresaba sola y a pie a casa, a pesar de las constantes ofertas de sus acompañantes de llevarla o al menos pedirle un taxi, volvía innecesariamente tarde, elegía las rutas más inseguras y constantemente estaba distraída en su teléfono sin importarle la gente o los autos en su camino. Parecía como si no le diera importancia a su vida o si deliberadamente quisiera morir pronto.
La noche en que me decidí a actuar, ella se encontraba fumando en un parque cerca de su casa, al parecer no la dejaban fumar dentro. Estaba de espaldas a mí, llevaba su cabello recogido en una coleta alta y se podía ver su largo cuello. Decidí asfixiarla hasta la muerte para luego destrozar su rostro sin que sus gritos pudieran alertar a sus vecinos, quería tomarme el tiempo de disfrutarlo sin dejar la tarea inconclusa.
Rodeé su delgado cuello con una de mis manos y cubrí su boca con la otra, anticipando que gritaría. Nunca esperé una reacción como la que tuvo. De su garganta no surgió un grito, sino un sonoro gemido de placer mientras retorcía su cuerpo contra el mío, aquello aunado a una inminente erección que se presionaba contra sus nalgas, hizo que sólo la soltara y la apartara de mí.
Angélica giró hacia mí sonrojada y visiblemente excitada, me costaba creerlo, probablemente ella era la única mujer fuera del hentai que podría excitarse en una situación así. Se abalanzó sobre mí, besándome con un fervor que normalmente se reserva para un encuentro que se ha esperado por mucho tiempo. Aquello era sospechosamente bueno y me distraía por completo de la misión original, pero aquella mujer era demasiado sensual y estaba muy cachonda para dejar pasar la oportunidad. Si era una trampa valía la pena caer en ella.
Me arrojó sobre una de las bancas y se sentó sobre mí, colocó mis manos sobre sus nalgas antes de frotar su pelvis contra la mía, podía sentir cómo su vulva se humedecía y empapaba mi pantalón. Jalé su ropa interior hacia un lado, dejándola expuesta, la acaricié con un par de dedos, llenándome de esa deliciosa humedad y sintiendo sus labios hinchados de excitación, mientras ella gemía y pegaba su cuerpo al mío.
Se levantó lo suficiente para abrir el cierre de mi pantalón y liberar una erección que ya resultaba dolorosa, frotó mi glande contra su vulva, prolongando mi sufrimiento, antes de introducirse de golpe mi miembro. Cabalgó exquisitamente sobre mí y yo hice mi mejor esfuerzo por prolongar nuestro placer, pero no logré contenerme más de cinco minutos antes de expulsar tanto semen que pude sentir como se deslizaba sobre nuestros muslos.
A pesar de lo que creí ella parecía más satisfecha que decepcionada. Después aprendí que las reacciones de Angélica siempre eran impredecibles. Mi pene continuaba erecto, así que ella siguió usándolo hasta conseguir un orgasmo, fue una exquisita tortura. Se estremeció unos segundos con la cara hundida en mi hombro y luego me miró con una gran sonrisa para decirme la única palabra que me dirigiría esa noche antes de irse deprisa:
-Gracias.
Se marchó dejándome confuso y ansioso por volverla a ver. No tuve que esperar demasiado pues nos encontramos por casualidad en la Universidad, cuando la mayoría de estudiantes ya estaba saliendo de su última clase. Ella me miró sorprendida y ligeramente avergonzada, pero sin rastro de miedo. Cualquiera pensaría que la estaba acosando, sin embargo, Angélica era demasiado confiada, jamás mostró miedo de mí o de nada.
Tuvimos una incómoda presentación en la que yo me imaginaba desollando su bello rostro y ella no dejaba de mirarme lascivamente. Me visualicé apuñalando su rostro para luego arrancar los pedazos con mis propias manos, estaba tan abstraído que no escuché lo que decía, pero noté que en algún punto había parado de hablar y esperaba una respuesta. Me quedé observándola atontado sin saber qué decir.
-¿Debo interpretar eso como un no? – preguntó decepcionada.
-Disculpa, no escuché tu pregunta.
Ella soltó una risita burlona, se acercó a mí y murmuró:
-Te pregunté que si quieres cogerme en mi salón, tengo una copia de la llave.
Acepté su propuesta sin dudarlo, ella estudiaba arquitectura así que su edificio estaba muy cerca de donde nos encontrábamos. Su salón estaba en el tercer piso y conforme nos acercamos pude notar que la mayoría de las aulas ya estaba vacía y con las luces apagadas, dándole un toque tétrico al edificio. Por fortuna llegamos a su salón sin cruzarnos con nadie y cerramos la puerta con llave.
Pensé en lo fácil que sería asesinarla en ese momento, no había testigos y los salones contiguos estaban vacíos, si no hacíamos demasiado ruido podría lograrlo.
Angélica no perdió el tiempo y se desnudó en segundos, invitándome a hacer lo mismo.  Se sentó sobre el escritorio de profesores con las piernas muy abiertas y me pidió que le diera sexo oral. Su vulva tenía un aroma irresistible y sensual, la lamí con placer mientras imaginaba que la devoraba a grandes mordiscos, sus abundantes fluidos empapándome la barbilla se transformaban en borbotones de sangre en mi mente. Anhelaba destrozarla pero mi sentido común me detenía, sabía que si la asesinaba en aquél lugar era muy probable que fuera descubierto y castigado.
Introduje un par de dedos dentro de su vagina esperando distraerme de la fantasía sangrienta, pero al sentir su cálido interior mi mente divagó de nuevo, ese par de dedos se transformaban en un puño completo que la vapuleaba desde el interior para luego arrancar primero su útero y luego sus intestinos al tiempo que veía su perfecto rostro convertirse en una mueca de horror.
-¡Cógeme! – gritó Angélica extasiada, sacándome del fetiche ero-guro. Yo obedecí como un autómata, me coloqué frente al escritorio y jalé sus caderas hacia mí para introducirle mi miembro con la misma fuerza con la que quería introducirle mi puño.
Los gemidos de Angélica eran tan fuertes que me sorprendió que nadie nos interrumpiera. Intenté cubrirle la boca con una mano, pero ella la tomó para colocarla sobre su garganta, mi erección creció aún más con esto, no sabía si podría contenerme más tiempo, ni de asesinarla, ni de eyacular dentro de ella.
-¡Más fuerte! – exigió, presionando mi mano con más fuerza sobre su cuello. Obedecí, imaginando como su piel se tornaba de un rojo violáceo y cómo sus ojos se inyectaban de sangre al grado de parecer que saldrían de sus órbitas. Con esta imagen en mente descargué mi semen con tal potencia que mi pene se estremeció dentro de su cuerpo. Al abrir los ojos vi el rostro de Angélica se había enrojecido así que la solté de inmediato.